La guerra entre Israel y Hamás, iniciada el pasado sábado y que se tasa en decenas de muertos, heridos, desaparecidos y prisioneros, tiene en vilo a una familia en Cúcuta, porque uno de sus hijos recibió el llamado a filas y estaría en este momento en el campo de batalla, junto a miles de reservistas defendiendo la nación israelí.
Se trata de Josué Canal Rodríguez, quien tiene 37 años, es ingeniero de sistemas y vive en Israel desde 2004, cuando viajó con sus padres, hermanos, tíos y primos a establecerse en ese país en razón a profesar la religión judía.
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Rafael Canal Colmenares, padre de Josué, quien enseña temas de La Torá en la sinagoga y en la comunidad judía de Cúcuta, dice que tras el llamado y la reincorporación de su hijo no ha sabido nada de él, porque por seguridad habían silenciado sus teléfonos celulares.
El esposo de su hija Raquel, que es israelí, también fue llamado a filas y ella por tener un bebé no pudo hacerlo, ya que en Israel es obligatorio que tanto hombres como mujeres presten el servicio militar, y una vez terminan, siguen vinculados a las fuerzas militares para cuando sean requeridos, como acaba de ocurrir.
Cientos de hombres armados de Hamás franquearon el sábado la frontera con Israel, pese al fuerte dispositivo de seguridad, y se infiltraron en localidades del sur, donde mataron a personas en sus casas y secuestraron a otras que se llevaron como rehenes a la Franja de Gaza, de acuerdo con lo reportado por medios internacionales.
Rafael, que es ingeniero civil y pertenece a una de las familias tradicionales de Cúcuta, dijo que tanto su hijo como su yerno entraron a bases militares y están incomunicados, por lo que no sabe si ya fueron trasladados al frente de batalla como soldados de infantería. La última vez que se comunicó con Josué fue el domingo 8 de octubre, cuando ya estaba subido en el autobús, camino a la base militar, que desconoce cuál es y en qué ciudad se encuentra.
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“No sabemos en qué bases militares están, porque los muchachos una vez que se reintegran desconectan sus celulares. Mi hijo el domingo en la tarde fue notificado que debía reintegrarse al Ejército y a las 6 de la tarde ya estaba en la base militar, mientras que a mi yerno le notificaron en shabat (sábado) y debió enseguida integrarse”.
Ellos son de la reserva de los 30, y quienes están en primera línea son los de 20 años en adelante, sin embargo tienen un entrenamiento militar que reciben todos los años y que es obligatorio, por lo que siempre van a estar listos para ir a la guerra.
“Hay un efecto curioso que pasa en Israel, contrario a Colombia, por ejemplo, donde los muchachos tienen mucha prevención en cuanto ir a prestar servicio militar, y el que puede lo evita. Allí pasa lo contrario, porque los muchachos terminan el bachillerato y anhelan entrar al ejército, lo que hace que sus fuerzas armadas sean muy poderosas, por una razón, y es que el soldado israelí sabe que si él es vencido en el campo de batalla, la siguiente víctima es su familia, su esposa, sus hijos y eso hace que estén muy motivados en la guerra”.
Sin embargo Rafael dice que en un momento difícil como este, “uno no deja de preocuparse, angustiarse y como padre se siente temor y lo que queda es mirar al cielo y pedirle a mi Dios que proteja a nuestros hijos”.
El viaje de ida a Israel
Rafael cuenta que de la familia Canal Colmenares natural de Cúcuta, cuatro tomaron el camino judío y cuatro no. De los cuatro judíos tres viajaron a Israel, pero que él se vio obligado a regresar a Colombia por temas laborales, mientras que dos de sus hermanos se quedaron en esa nación con sus familias.
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Él y el resto de su familia regresó a Cúcuta, pero Josué y Raquel se quedaron en Israel, casados con israelíes, y cada uno tiene cuatro hijos. Sumando la parte israelí de la familia, la integran 14 personas, contando a sus hermanos, los hijos y nietos.
Josué, quien es ingeniero de sistemas, vive en Jerusalén, y Raquel, bióloga de la Universidad Hebrea de Jerusalén, vive en Bet Shemesh que pertenece al distrito de Jerusalén. Uno de sus hermanos está residenciado al norte de Israel en la zona donde están las alturas del Golán, y otro cerca de Tel Aviv.
Rafael explica que en Israel es obligatorio el servicio militar, para hombres y mujeres, por lo que al llegar a vivir en ese país en 2004, los hijos que estaban en edad de entrar al ejército lo hicieron, entre ellos Josué y sus sobrinos Eitan y Pablo. En la actualidad está vinculado con la Fuerza Aérea israelí su sobrino Itai, quien estudia dentro de esa fuerza ingeniería electrónica de aviones.
Ellos fueron prestando el servicio a medida que cumplían la edad para hacerlo, Josué entre 2005 y 2007, participando en esa época en la guerra del sur del Líbano. Una vez que terminan el servicio militar, tienen un servicio en el que todos los años van un mes al ejército, hasta que cumplen 40 años, pero después de esa edad siguen siendo parte de la reserva y en el momento que el Estado lo requiera son llamados para que sean parte activa del Ejército o la especialidad a la que pertenezcan.
El ataque fue durante un día de oración
Rafael Canal dijo que el pueblo de Israel estaba el pasado sábado en una fiesta muy importante de La Torá (texto que contiene la ley y el patrimonio identitario del pueblo judío), porque coincidió que no solo era sábado, sino el octavo día de la fiesta de santa convocación, en donde todo el pueblo estaba en las sinagogas, por eso atacaron cuando todo el mundo estaba rezando.
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Agregó que lo ocurrido en la actualidad guarda mucha similitud con lo que aconteció hace 50 años en la guerra de Yom Kippur (guerra del Ramadán o guerra de Octubre también conocida como la guerra árabe-israelí de 1973), cuando ese 6 de octubre todo el pueblo estaba entregado a sus rituales por ser el día más sagrado del año judío, el día de la expiación y el perdón, cuando Israel recibió ataques por tierra y aíre de fuerzas egipcias y sirias.
Ese episodio de la historia después se conoció como la “Guerra del Yom Kippur”, que era la continuación de la Guerra de los Seis Días lanzada por Israel en 1967, que terminó con la derrota militar egipcia y con el dominio israelí sobre tierras que el mundo árabe reclamaba para sí, según expertos en la materia.
Rafael Canal dijo que el conflicto en Medio Oriente es muy complejo, que no es fácil de entender desde la perspectiva occidental, donde hay países democráticos, se respeta la tierra y hay un cierto amor por la tierra y la patria. En el mundo musulmán esas cosas cambian, porque más que considerarse miembros de un país como iraníes, iraquíes, libaneses, de Arabia Saudita, ellos son esencialmente un pueblo musulmán y lo que allí impera es un asunto religioso.
Explicó que para entender un poco este conflicto, es necesario saber que la lucha de los palestinos no es solo por tierras, sino que es una lucha religiosa que se remonta al imperio Otomano, que fue un imperio musulmán, que declaró las tierras del sur de Europa y el norte de África como tierras del islam y debido a que El Corán (el libro sagrado del islam) dice que una vez que la tierra es declarada del Islam, nunca deja de serlo y esa vendría a ser su mayor motivación.
Recordó igualmente el acuerdo de paz árabe-israelí, después de la guerra de Yom Kipur del año 1973, firmado el 19 de septiembre de 1978, en Washington, en la residencia de Camp David y ante el presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, Anwar El Sadat y Menájem Beguín, que estableció la devolución del Sinaí a Egipto, la normalización de las relaciones entre los dos países y el primer reconocimiento de Israel como Estado por parte de un país árabe.
Rafael Canal dijo que ese fue un pacto de paz muy provechoso para ambas partes, una muestra de que se puede convivir en paz entre dos países limítrofes con diferencias muy grandes, en una especie de gana-gana para todos.
Sin embargo, explica que en el caso de Hamás la paz es más difícil de lograr, por ser una organización que promueve la desaparición completa del Estado de Israel, al no reconocer las fronteras trazadas por las Naciones Unidas cuando dividió esas tierras en dos partes, en 1947 después de la Segunda Guerra Mundial, entregando a los árabes lo que corresponde a Cisjordania y Gaza y las partes bajas, más desérticas y pantanosas, a Israel, que con los años las convirtió en productivas e hizo de ellas una nación moderna y próspera.
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