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Cúcuta
A Édgar Amaya la guerra lo convirtió en un buzo de salvamento
Los inicios Édgar los recuerda con mucha nostalgia, porque marcaron su vida con cosas buenas y otras que prefiere dejar ahí en lo recóndito de su memoria
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Eduardo Bautista
Eduardo Bautista
Categoría nota
Lunes, 19 de Junio de 2023

Édgar Amaya León abrigó desde niño la ilusión de hacerse marino, echarse a la mar en un enorme buque y conocer el mundo, por eso cuando cumplió la edad para hacerlo se enlistó en la Armada de Colombia y fue así como logró vestir el traje blanco característico de los hombres y mujeres que protegen “el azul de la bandera”.

Estos inicios los recuerda con mucha nostalgia, porque marcaron su vida con cosas buenas y otras que prefiere dejar ahí en lo recóndito de su memoria, además porque de manera fortuita lo llevaron a la profesión que hoy, a sus 58 años, ejerce en el puerto de Santa Marta, como buzo industrial.


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Esta es una profesión, al igual que la militar, de mucho riesgo, porque la vida cuando se está en el campo de batalla depende de la puntería certera del enemigo, y bajo el agua a grandes profundidades, del oxígeno que llega a la escafandra como un cordón umbilical.

Este boyacense, vinculado con Cúcuta por ser su esposa de esta ciudad fronteriza, ingresó a la Marina siendo muy joven, en 1983, estudiando con ahínco y cumpliendo todas las tareas que la disciplina militar le requería.  
Sin embargo ese idilio con el mar se vio interrumpido cuando ya estaba embarcado en un  buque en Cartagena, porque su papá enfermó, un grave padecimiento que lo llamaba al lar familiar para estar pendiente de su salud, por eso gestionó un traslado para un punto donde estuviera más cerca de casa.xxxx

Esa no fue una buena idea, según confiesa ya con el sol a sus espaldas, porque pasó del arrullo de las olas del Mar Caribe a las orillas del Río Magdalena, donde se libraba una cruenta guerra, y eso él no lo sabía.
 

buzo de salvamento

 

“La armada tiene una flotilla fluvial en Barrancabermeja y conseguí un traslado para estar más cerca de mi familia y poder estar pendiente de mi papá, pero  no sabía que en ese momento que el Magdalena medio estaba en guerra,  así que terminé metido en una guerra para la que nunca estuve preparado y para la que no quise hice ir, pero me tocó. Desde 1985 a 1990, la situación de orden público era difícil, experiencias que se vivieron pero que nunca desee vivir, con enfrentamientos, emboscadas, con riesgo permanente en la misma base militar por los hostigamientos y ataques con morteros del que fuimos víctimas”.


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Sin embargo, este marinero que se encontraba varado en un puerto de agua dulce, al fallecer su padre buscó la manera de salir de esa encerrona en la que se sentía, “pero era más fácil llegar que salir”. Una ventana se abrió y después de insistir cinco años para salir de la zona y buscar traslado a otra base naval, el llamado para un entrenamiento en buceo fue la solución.

Luego vinieron una serie de cursos, especializándose buceo de salvamento que es una profesión que prepara al buzo para atender situaciones de alto riesgo, en un ambiente para el que el hombre biológicamente no está acondicionado.  

buzo de salvamento

 

Inicia una nueva profesión


El proceso formativo en esta disciplina la cumplió Édgar en la Escuela de Buceo y Salvamento, en Cartagena, sin que existan centros de entrenamiento especializado para buzos profesionales particulares y solamente la Armada tiene esa potestad hasta el momento.

Es por esta razón, seguramente, que muy pocas personas la ejercen, aunque existe un gran número de buzos científicos, que han ido adquiriendo mucha experiencia y que han sido certificados por instituciones internacionales, según Édgar Amaya. 


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Ya con la fase de entrenamiento terminada, tuvo su primer trabajo como buzo profesional en Barranquilla, durante el salvamento de un buque que se llamó el Sun Dancer, un buque carguero de bandera de Antigua y Barbuda, propiedad de Ancla Marítima, que ha sido el salvamento más grande que se ha hecho en Colombia, en 1993, “justo el año en que yo me retiré de la Marina, que fue un trabajo bastante complejo en el río Magdalena en condiciones de cero visibilidad, con una corriente fuerte. El buque se hundió en el río Magdalena, frente al muelle de Puertos de Colombia”.

El veterano militar y buzo recuerda que se especializó en salvamento y buceo industrial en 1990, año en que comenzó a trabajar en la construcción de arrecifes artificiales en la isla de Manzanillo, frente a la Escuela Naval, para ayudar a controlar la erosión y a proteger un arrecife.

Posteriormente vinieron muchos otros trabajos de salvamento en grandes embarcaciones, casa bombas, bongos, tanto en Colombia como en Panamá, Costa Rica, Islas Caimán, y uno que recuerda gratamente, también en 1993, desarrollando una ampliación del canal navegable para el puerto de San Andrés, utilizando explosivos que permitieron ampliar el calado de acceso a los buques de mayor tamaño, una temporada muy feliz en esa isla paradisiaca de Colombia. 

En 1996 participó en la instalación de la segunda plataforma de exploración submarina para explotación de gas en el Campo de Ballenas, en la alta Guajira. Para ese tiempo solo existía una plataforma en Colombia, por lo que este fue un proyecto interesante con la compañía estadounidense Texas, y un consorcio mexicano, “que fue un trabajo excelente”.

En toda la Costa Atlántica, en 1997, trabajó en la instalación del primer cable de fibra óptica que ingresó a Colombia por los lados Prados Mar en Barranquilla, contratado por una compañía alemana.

Y fue en Cartagena, donde Amaya hizo un trabajo de gran cuidado por primera vez, usando un traje especial aislante para aguas altamente contaminadas, en desarrollo de un proyecto que se hizo para la empresa de gases de La Heroica, debido a un decreto urbanístico de la Alcaldía en el que se instaba a enterrar todas las tuberías de gas bajo los caños, “así que se tuvo que hacer ese trabajo con inmersión en aguas contaminadas llenas de desechos orgánicos”.

Reconoce que en Colombia el buceo industrial, como la mayoría de las profesiones, no tiene el pago que se merece, “profesional que no es ajeno a ese bajo reconocimiento de salarios y la mayoría de las veces prima la satisfacción personal y los logros profesionales que la parte económica”.

Édgar no obstante tuvo la fortuna de ingresar a una compañía multinacional con sede en Santa Marta, en la cual está cumpliendo 24 años de servicio, que es la Drumon, para la cual trabaja desde 1999, inicialmente prestando servicios como contratistas de mantenimiento de los sistemas de amarre de buques costa afuera, pero logró ingresar como empleado de planta siendo en la actualidad el supervisor de buzos de la empresa, encargándose de todo el mantenimiento del puerto en la parte submarina.

 

buzo de salvamento

 

Los riesgos de esta profesión 


Entre las anécdotas en el peligroso oficio, Édgar Amaya recuerda que durante los entrenamientos en buceo militar en las unidades de comando anfibio, sufrió una intoxicación por fósforo, lo que le causó un estado de coma, que comprometió su vida, pero de la que finalmente pudo salir.

Así mismo, otros momentos críticos bajo el agua que fueron complicados de manejar como atrapamientos, enredos en condiciones de cero visibilidad, en los que perdió un compañero en una situación de esas.

Dice que en Colombia no más de 100 personas ejercen este oficio en Colombia, por eso siempre los están llamado a trabajar, porque son pocas las empresas que cuentan con un grupo de buzos industriales de planta, porque la mayoría lo que hace es contratar empresas de buceo para trabajos puntuales.

Sin embargo, dice que es una comunidad muy unida, que ha logrado crear unos vínculos de amistad muy fuertes, como una familia, que está constantemente comunicándose, aprovechando ahora las redes sociales y medios tecnológicos para mantenerse unidos, pese a las distancias y el tiempo.

“En el argot nos decimos por cariño ranas, como en el Ejército Lanza, algo que es muy familiar durante los años en que se está de servicio, la mayoría de buzos que son militares y la asignación de retiro es a los 25 años de servicio, y fuera del régimen militar la pensión es a la misma edad que lo hace el resto de trabajadores del país, que es a los 62 años, porque no hay una legislación en el buceo que lo reconozca como una labor de riesgo.

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