Informar es una de las responsabilidades que no solo han tenido los medios de comunicación con la audiencia, sino también las personas que investigan, producen y finalmente escriben las noticias que se consumen día a día, por lo que la responsabilidad que existe sobre el periodismo, ha sido uno de los debates que varias personas han dado para definir la mejor forma de hacerlo. 

Fabiola Calvo Ocampo, es una de esas mujeres que ha dado la discusión sobre ese tema y ha colocado el enfoque de género dentro del radar de quienes se siguen aferrando a las formas tradicionales de no solo tocar los temas de mujeres, sino también de utilizar el lenguaje de una forma incluyente con ellas. 

Su energía la ha llevado a acumular los éxitos que hoy pueden catalogarla como una feminista, siendo doctora en Ciencias Políticas y Sociología, escritora, columnista, periodistas, poeta, autora de varios libros, directora del programa de televisión colombiana “Ni reinas Ni cenicientas” y fundadora de la Red Colombiana de Periodistas.
Aunque oriunda de Pereira, fue criada en Cartago y en su acento aún se escuchan pequeños restos de su paso por Madrid, España, cuando tras el asesinato de su hermano Jairo Jesús Clavo Ocampo, comandante del Ejército Popular de Liberación (EPL) en 1987; debió salir del país con la ayuda del Comité Español de Ayuda al Refugiado para salvaguardar su vida e integridad. 

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Los 20 años que estuvo fuera de Colombia nunca fueron un impedimento para que el deseo de volver se hiciera real y compartiera con la tierra que la vio nacer, las ganas de hacerla un lugar mejor para las mujeres, niñas y adolescentes, por lo que desde 2007, su recorrido ha estado permeado por la lucha que por siglos ha buscado proteger los derechos y la vida de esta población. 

En conversación con La Opinión, Calvo explicó que quienes escriben y relatan la realidad para posteriormente difundirla, “tienen una opinión y por tal una forma de contarla y eso incide en la generación de la opinión y si se informa sobre las mujeres, sobre género y diversidades, con un lenguaje incluyente, de una manera respetuosa y sensible, se crea una opinión pública que va a tener mayores elementos para tener un comportamiento democrático”. 

En retrospectiva, para ella, los canales de comunicación, hace alrededor de 16 años, carecían de un enfoque de género real que aportara a la igualdad de las mujeres y hombres, cosa para la cual “la red abrió camino en este país,  para hablar de sobre las mujeres y cómo hacerlo inclusivamente”.

Según su criterio, no solo la manera en la que se informa respecto a este tema es importante, sino también como son visualizadas aquellas que deciden dedicarse a la carrera de comunicadoras sociales o periodistas, puesto que, dentro de las redacciones, en muchas ocasiones se pueden estar replicando Violencias Basadas en Género (VBG), cuestionando su capacidad como profesionales solo por su género, y, por el contrario, “a las periodistas se les debe juzgar por su trabajo y no por ser mujeres”.

Al principio, para la mujer que hoy se autodenomina feminista y da talleres al respecto, su lucha se encasillaba únicamente en la defensa de los derechos de las mujeres, un camino que durante más de 40 años se ha determinado a recorrer, pero que en su paso por Europa, donde tuvo influencia de grosos del movimiento feminista español, descubrió que no era suficiente y su proceso de autoreconocimiento como feminista, debía comenzar como el ingrediente especial que necesitaba para ir al siguiente nivel. 

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Es a finales de los 80 cuando Fabiola comienza la formación que hoy hacen parte de todos sus logros, sus libros y sus banderas bien llevadas a cada lugar que ha pisado, para recordarle a las nuevas generaciones que “nacieron con muchos derechos y no deben olvidar que hay ancestras que lucharon por los derechos que ya tienen, pero que no paran donde estamos, todavía faltan muchos para conquistar y desde el periodismo se debe hacer la labor” terminó de explicar. 

Fabiola, de quien muchos pueden decir muchas palabras, como expresa en su libro “Hablarán de mí”, donde narra el dolor, la perdida y el exilio, es una feminista que hoy, con su cabello corto y del color que luce la experiencia, sigue construyendo el mundo que ella misma soñó para las mujeres, uno en el que ser periodista no cueste la vida, en especial para quienes durante toda ella se han visto oprimidas. 

Con su ímpetu ha dado paso firme y dejado una marca por todos los lugares donde ha dado clases, conferencias, talleres, plasmado alguna de sus palabras llenas del rigor académico e histórico que amerita dedicarse a velar por los derechos de los y las oprimidas desde las aulas y las noticias que retratan la realidad que se vive en Colombia, en especial cuando se trata de grupos en condición de vulnerabilidad. 

Actualmente, ya no ejerce como coordinadora de la Red, porque cree que “es importante  hacer los relevos generacionales y dejar que las nuevas generaciones asuman los nuevos retos”, como ella menciona de manera amable, mientras continua como asesora del admirable grupo que sigue de pie para continuar con las ideas que un día sus fundadoras forjaron.

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