Eliminar los piojos ocultos en el cabello de los hijos puede ser una tarea un poco laboriosa. Estos incómodos animalitos, del que ningún niño parece haber escapado durante su edad escolar, pueden llegar a convertirse en un verdadero dolor de cabeza para los padres.
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Y aunque los adultos sufren terriblemente con estas situaciones que pueden resultar bastante incómodas, los niños son los que se llevan la peor parte porque además de las molestias que produce, terminar ‘cundido’ de piojos y liendres puede ser motivo de burlas y rechazo entre sus compañeros.
Pero, entendiendo que para cada problema existe una solución, los piojos no pueden ser la excepción. En el mercado existen un sinnúmero de productos, como champús, lociones, cremas, tónicos, aerosoles, peines y hasta aspiradoras capilares del que se pueden valer para erradicarlos.
Sin importar cuál sea el método a usar, algo que no puede faltar es la paciencia. La dedicación para atender esta situación es un valor importante para esta tarea en la que algunas personas han encontrado un trabajo.
‘Mujeres saca piojos’, así se les denominan y están por todo el país poniendo sus manos al ser servicio de chicos y grandes.
Andrea Carvajal es una de las personas que en Cúcuta se dedica a esta tarea. Casi que llegó al oficio por accidente, cuando una amiga la invitó a participar en un emprendimiento que parecía altamente ambicioso.
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Antes estaba entregada al comercio independiente, pero descubrió una virtud especial en el oficio y aunque admite que no es un negocio rentable, siente una enorme satisfacción al ver en la mirada de sus pacientes una expresión de agradecimiento.
“Hace poco logre hacerle la limpieza a una niña que tenía 15 años y no sabes la alegría que expresaba cuando por fin logré liberarla de los piojos. Me dijo que no sabía cuánto la tenía angustiada esa situación porque, imagínese, lo que eso significaba, la vergüenza delante de sus compañeros”, relató.
Andrea reveló que en una sesión se pueden tardar entre dos a tres horas, dependiendo del largo del cabello. Es mucho más fácil cuando son cabellos lisos, pero lo que realmente influye es qué tanto se reprodujo el insecto en la cabeza.
Los costos pueden variar y van desde 60 hasta 80 mil pesos. Luego de una única sesión, deben hacer una revisión a los ocho días para verificar que no haya ninguna liendre que se haya escapado del arrastre. En ese caso, se puede hacer un tratamiento para reforzarlo.
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La experta contó que cuando su amiga la invitó a participar en el negocio, se generó de parte suya algo de resistencia. Era un oficio inusual ante el que se despertaron sus escrúpulos. “Era sobre todo por un tema de higiene porque es un problema que se desarrolla muy rápido y uno tiene temor de contagiarse”, comentó.
Las barreras se superaron y ahora, afirmó, sí se tienen los cuidados pertinentes y no hay riesgos. Por el contrario, es menester brindar esa confianza a los niños y sus padres de que se cubrirán sus expectativas.
“Yo tengo el cabello larguísimo y siempre hago mi trabajo con la mayor naturalidad para que ellos se sientan cómodos”, indicó.
Aunque Andrea no era una experta en la materia, tuvo que capacitarse y hoy por hoy sabe suficiente de la materia. Puede explicar de manera muy didáctica cómo se genera el ciclo de desarrollo de la pediculosis, nombre clínico con el que se conoce la infestación con huevos o larvas de piojos (liendres) o piojos adultos.
Sabe por ejemplo que las hembras fertilizadas suelen depositar de 250 a 300 huevos durante su ciclo vital y que el piojo puede vivir entre 30 a 40 días, pero también sabe cuántos mitos hay al respecto como que los piojos son un problema de falta de higiene. “Por el contrario, ellos prefieren habitar en cabezas limpias que les permite alimentarse”
Un emprendimiento
Sandra Salinas fue la persona que introdujo a Andrea en el oficio de sacar piojos. Al principio lo hacían en un pequeño local en el centro, pero ahora trabajan a domicilio en Cúcuta, Los Patios y otros municipios.
Esto ocurrió porque hace unos cinco años una familia conocida la invitó a participar en un modelo de negocio en el que incursionó invirtiendo sus ahorros, pero eso casi la lleva a la quiebra.
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Se trataba de la franquicia de un emprendimiento dedicado a la venta de productos y servicios de prevención de la pediculosis.
Además de arrendar un local, Sandra adquirió todo el kit de limpieza que incluía una loción, crema repelente, un peine metálico y un dispositivo electrónico que emite ondas de calor para barrer con los insectos y sus huevos.
Aunque tuvo que entregar el inmueble, conserva los equipos y de ellos se vale para hacer lo que sabe. “Si no es de esa manera, uno puedo resolverlo a puro peine con una aceite o crema, pero eso sí, el trabajo es garantizado”, aseguró.
Salinas es auxiliar en Enfermería y regente de Farmacia. Sus conocimientos están a la orden durante el servicio que suministra.
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La experiencia que tuvo con la franquicia le permitió llevar charlas a los colegios y de esa manera se dio a conocer. Ahora esos mismos padres la contactan o recomiendan su trabajo.
A la pregunta de cómo aprendió a sacar piojos, responde que de niña sufrió mucho por eso. Viendo como lo hacía su madre y otros adultos, desarrollo la habilidad.
De hecho, los dueños de la franquicia la contactaron porque en el pasado, cuando era tan solo una adolescente de 16 años, ella les limpió la cabeza a sus hijas que habían sido infestadas.
“Yo estaba como de vacaciones en Bucaramanga y los ayudé a sacárselos. Cuando crearon en emprendimiento, necesitaban a alguien en Cúcuta y me llamaron”, contó.
Ahora trabaja por su cuenta. La contactan por teléfono y ella acude con sus materiales a las casas. Confiesa que no hay una fórmula secreta, solo dedicación.
A las mamitas
Blanca Muñoz, también se gana la vida sacando piojos. Ya tiene cinco años dedicada a la tarea que aprendió porque a su hija, que entonces tenía 14 años, estos insectos no la dejaban.
Buscando por internet encontró una persona en México que se dedica a este oficio y la contactó por redes sociales para que le explicara cómo hacerlo.
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Ella mismo preparó una mezcla que, revela, incluye algunos productos de uso doméstico y un toque de vinagre, pero dice que no son nocivos, por el contrario, “ponen el cabello brillante”.
El servicio lo ofrece a través de la zona comercial de Facebook y tiene un costo de 65 mil pesos. “El proceso dura una hora o más, dependiendo de la cantidad de cabello, pero lo que más ha demorado son dos horas”, comenta.
La mujer trabaja en Bucaramanga, pero hace convocatorias en otras ciudades y cuando reúne grupos de 20 personas, viaja hasta esos lugares.
Un dato curioso es que sus clientes no son tan niñas. “Yo atiendo mujeres de 20 y hasta 30 años, hasta de 60 años he limpiado”, dijo.
Esto se debe a que algunas madres se dan a la tarea de limpiar las cabezas de sus hijas, pero ellos terminan infestadas. “Y ellas no consiguen quien se los saque”, agregó.
En jornadas maratónicas ha logrado atender hasta 70 personas en un mes, pero asegura que en promedio, puede atender hasta 15 personas en un día.
Antes de despedirse se promociona. “En Facebook me consiguen como Blankita, con k de kiosko”.
Un peine milenario
Los piojos han acompañado al ser humano a través de los siglos. Según estudios recientes, hace seis millones de años estos animalitos que infestaban a los homínidos evolucionaron para adaptarse a las nuevas especies que poblaban la Tierra.
Así se expandieron y surgieron dos especies producto de una mutación genética: los de la cabeza y los del cuerpo. Gracias a excavaciones arqueológicas, se hallaron pruebas físicas de la existencia de los piojos desde hace miles de años.
Al noreste de Brasil se han hallado restos de piojos en una cabeza humana que datan del año 10.000 antes de Cristo. En el año 2017, la Universidad Hebrea de Jerusalén (HU) y la Universidad Adventista del Sur, en Estados Unidos, desenterraron un peine de marfil que tenía tallado un conjuro contra piojos. Su forma, de diminutos dientes en ambos lados, se asemeja al modelo contemporáneo.
Los arqueólogos piensan que el cuerpo del peine está erosionado por la presión que ejercieron las personas al usarlo. Especialmente, si tenían que arrancar piojos de la cabeza o la barba de algún paciente.
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