La inflación siguió su camino a la baja. Si bien continúa siendo alta, son varias las noticias que podrían traducirse como positivas.
En mayo de 2023, la variación anual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) se ubicó en 12,36%, mientras que la variación mensual, en 0,43%. En cuanto al año corrido, de enero a mayo, el dato fue de 5,83%.
En diálogo con La Opinión, el gerente del Banco de la República, Leonardo Villar, aseguró que es posible que se esté a punto de entrar en una tendencia a la baja en la tasa de inflación en el país, alcanzado el rango meta a principios de 2025.
¿Qué expectativas tiene respecto a la inflación?
Lo que el equipo técnico prevé es que la inflación en el segundo semestre de 2023 baje para ubicarse y terminar el año alrededor del 9,0 o 9,5 %. Es decir, estamos convencidos de que la inflación va a tener una tendencia a la baja durante el resto de este año.
¿Qué generó esa presión sobre la inflación?
Desde finales de 2021 había un exceso de demanda grande en la economía y eso se volvió un caldo de cultivo para unas presiones que estaban llegando desde el exterior. Por la devaluación del peso, por los aumentos en los precios internacionales de muchos productos, por la escasez y las dificultades de importación con mayores costos de transporte. El aumento de la tasa de interés busca desacelerar la demanda, y ya lo está logrando. Hay mucha evidencia de que, desde el cuarto trimestre del 2022, la demanda se viene ajustando en la dirección que necesitamos.
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¿Se termina el ciclo alcista de las tasas de interés?
Yo no podría decir que se termina el ciclo, pero lo que he venido diciendo y que creo refleja la posición de la Junta Directiva es que estamos muy cerca de que termine o eventualmente ya terminó. No lo podemos garantizar porque para eso tenemos que llegar a la próxima reunión y vamos a tomar decisiones, dependiendo de lo que suceda con la inflación y con el conjunto de variables que afectan las perspectivas de inflación hacia el futuro, como el comportamiento de la tasa de cambio –que también viene a la baja–, y eso nos da mucha más confianza.
¿Cuánto tiempo tomaría volver al rango meta de la inflación?
La perspectiva que tiene el Banco es que la inflación baje de manera rápida, pero suficientemente gradual para no generar una perturbación a la economía y por eso no tenemos la idea de volver al rango meta del 3% a finales de este año, sería demasiado costoso y demasiado difícil, tal vez, para finales de 2024 sí volvamos a ese rango meta. Algunos analistas ponen la inflación para el otro año, muy ligeramente, por encima de ese rango meta, alrededor del 4%, pero muy cerca del rango meta a comienzos del 2025.
¿Existe otro mecanismo para controlar la inflación?
La inflación de mediano y largo plazo está muy vinculada a la política monetaria, y se puede hacer de varias formas. En el pasado, se tomaban metas sobre la cantidad de dinero que se emitía, pero generaba dificultades, como inestabilidad en la tasa de interés. La forma como se viene haciendo en Colombia, y en casi todos los países cuando se toma la decisión de hacer política monetaria restrictiva, es a través de aumentos en la tasa de interés, graduales, para estimular la demanda y la economía, y de esa es la manera facilitar que haya más dinero en la economía y que se estimule la demanda. La inflación es un fenómeno monetario y la mejor manera de combatirla, de manera sostenible, es con una política monetaria restrictiva.
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La tasa de usura está por las nubes, ¿cómo atajarla?
Hay dos elementos distintos. Una es la tasa de interés de muy corto plazo que el Banco de la República usa para prestarles a los bancos –y entre ellos mismos– y la otra es la tasa de interés de crédito que otorgan los bancos, que recoge la tasa interbancaria pero incluye un margen de intermediación que, en el caso de Colombia, es bastante grande. Para combatirlo es fundamental promover la competencia en el mercado financiero para que llegue a más gente, con mejores opciones, y se reduzca ese margen de intermediación.
¿Qué opina de la reducción de tasas por parte de los bancos?
Yo creo que es un movimiento positivo. Ayuda a los sectores más vulnerables, a las personas con cupos bajitos en tarjetas de crédito –3 millones de pesos–, y a los mismos bancos porque reducen la posibilidad de que sus clientes tengan problemas de pago, pero es solo un paso en la dirección correcta.
¿Qué se está haciendo para garantizar la estabilidad financiera y evitar la crisis?
El control de la estabilidad financiera en Colombia le corresponde a la Superintendencia Financiera, a diferencia de otros países donde el Banco Central tiene esa responsabilidad. Pero es gracias a esa supervisión eficaz y seria que se tiene un buen sistema financiero colombiano.
Hay reglas aceptadas a nivel mundial, como las reglas de Basilea, que incluyen, no solo tener un patrimonio suficientemente grande, sino cumplir con las reglas de liquidez apropiadas, con fondeo para sus créditos y acorde a los plazos ofrecidos. Eso no se hizo en los bancos regionales de Estados Unidos. Allá relajaron la regulación desde el año 2018 y no la volvieron a ajustar, generando problemas graves.
En Colombia, las reglas se aplican sin excepciones y eso ha permitido que a pesar del ajuste que ha tenido la economía colombiana, los bancos están sólidos y han aguantado sin mayores riesgos.
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¿Cuál será el impacto de la reforma laboral en la generación de empleo?
En el Banco tenemos un grupo de estudios y encontró que había unos riesgos importantes con el aumento de los costos salariales para las pequeñas y medianas empresas; las empresas más grandes no se ven tan afectadas. Ese aumento puede tener implicaciones sobre los precios de los productos que generan esas empresas, pero también en la contratación de mano de obra. A eso se suma que la reforma plantea en sus versiones iniciales unos costos muy grandes en las indemnizaciones de despidos, lo cual puede representar una estabilidad, pero también puede llevar a una empresa a contratar menos. Y esto podría generar una reducción de 450.000 empleos.
¿Qué está pasando con el dólar?
Hay que tener en cuenta que el peso colombiano se devaluó mucho más que en otros países de la región. Eso empezó a suceder desde el año 2021 y está relacionado con el deterioro sustancial de la confianza en la economía nacional.
Durante la pandemia, el déficit fiscal aumentó, como en todos los países del mundo. En 2021, casi todos los países ajustaron su déficit fiscal, que en Colombia no se dio. Lo que condujo a que se perdiera el grado de inversión por parte de las calificadoras.
Esa pérdida de grado de inversión genera menos confianza. Hace que lleguen menos capitales al país y presiona la devaluación del peso. Fenómeno que se mantuvo hasta 2022 y que viene reversando desde octubre de ese año, en buena parte por la aprobación de la reforma tributaria.
En los dos últimos meses, la tasa del cambio viene ajustándose de forma favorable y esa tendencia a la baja ayuda a tener una perspectiva positiva de reducción de la inflación.
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¿Por qué no han intervenido la tasa de cambio?
El Banco ha tomado una decisión de no intervenir la tasa de cambio en el día a día. Es una decisión de vieja data, del año 1999, cuando se abandonó la banda cambiaria para controlar el precio del dólar, para que no se saliera de un rango determinado, y eso fue muy costoso. La política hoy es dejar que la tasa de cambio absorba los impactos, que se afecte, pero que no afecte a la economía en su conjunto. Los choques pueden ser la caída de la confianza o una caída de los precios internacionales de nuestras exportaciones; que eso se refleje en la tasa de cambio es más sano que trasladarlo al conjunto de la economía.
¿Cómo ve la economía de Norte de Santander?
Es un departamento que se está comportando mejor que en el conjunto del país, con perspectivas favorables, y posibilidades de mejoría en el comercio con Venezuela son importantes para la región y contribuyen a ese buen panorama.
¿Qué hacer para que la economía regional crezca más?
Hay que mejorar la integración con el resto del país, obviamente también con Venezuela. Cuando uno mira la geografía nacional, uno mira la cercanía de Bogotá con Norte de Santander, se sorprende de cuántas horas se demora en llegar de Bogotá hasta Cúcuta. Es un tema de infraestructura que amerita reflexiones grandes y avanzar más rápido en ese frente.
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