A Deissy Melissa Andrade Lizarazo la muerte le llegó por encargo. Ella, tan joven, ilusionada y con un retoño de siete meses en su vientre, jamás imaginó lo que le podría ocurrir.
El mensajero tuvo que esperar breves minutos a que ella terminara de bañarse y para no equivocarse de destinataria preguntó tres veces: ¿Usted es Deissy?, ella dijo sí; volvió a preguntar ¿pero es Deissy?, ella asintió, y nuevamente interrogó ¿seguro que es Deissy? y al responder afirmativamente sacó la pistola y le disparó en su rostro gritándole “aquí le mandan un recado”.
El mensajero resultó ser alias Polocho, el que dio la orden de matarla fue el entonces jefe paramilitar Jorge Iván Laverde, ‘El Iguano’, y quien pagó por ‘el mandado’ fue el policía Alcides Román Marín, padre de la niña en gestación.
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El caso ocurrió la tarde del viernes 31 de agosto del 2001, en la calle 13 No. 20-98 del barrio Cundinamarca, frente al Canal Bogotá, sector occidental de Cúcuta.
Deissy, quien además recibió un impacto de bala en una pierna, fue auxiliada por sus familiares que la trasladaron hasta el Hospital Universitario Erasmo Meoz, “pero las heridas que sufrió eran de tal gravedad que falleció en el trayecto al centro asistencial”, tal como lo reseñó el Diario La Opinión, en la página judicial del domingo 2 de septiembre del 2001.
“Sobre la joven pesaba una amenaza de venganza, según versión de algunas personas cuando adelantaban las diligencias en el hospital, manifestando que el hecho se convertía en un caso de doble homicidio, y manifestaban que quien estaba ensañado contra la joven debía haber permitido el nacimiento de la criatura”, se lee en la nota publicada en esa época.
Una relación a escondidas
El infortunio para Deissy inició el día que Alcides se enteró que iba a ser papá, pero la alegría que cualquier hombre hubiera experimentado por ese acontecimiento, para él fue una mala noticia. El uniformado, de 23 años, tenía otros planes y la relación que sostenía con ella era apenas un ‘vacilón’, porque su corazón estaba en Pereira, donde vivía la novia oficial a quien le había hecho una promesa de matrimonio, la que pensaba cumplir, una vez completara el segundo año de estar en la Policía.
Esa revelación se la hizo a Deissy, manifestándole el temor de perder la relación que tenía en la capital de Risaralda, de donde es oriundo, y las consecuencias que él creía le traerían para su carrera en la institución policial, por eso le propuso en varias oportunidades que se deshiciera de esa semilla que empezaba a germinar en su vientre.
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Ella desatendió el pedido y a sus 18 años decidió que su gestación llegaría a feliz término y con la ayuda de sus padres sacaría adelante el fruto de su relación con Alcides, así él no lo quisiera. Además, la mujer iba a estudiar enfermería, proyecto que tenía al terminar el bachillerato y que aplazó justamente por su embarazo.
Esto no ocurrió así, porque 73 días después de haber cumplido los 19 años, Deissy Melissa Andrade Lizarazo se convirtió en una víctima más en la vorágine de violencia desatada por el Bloque Catatumbo de las Auc en Norte de Santander, que comandó Salvatore Mancuso, figurando las comunas de Cúcuta entre las más azotadas por los ´paras’, que sembraron el terror a sangre y fuego.
Jaime Andrade Padilla confiesa que fue el último en enterarse del embarazo de su hija, su consentida y quien vivía con él en el barrio Belén, en un nuevo hogar conformado al separarse de Ana Lizarazo, la mamá de Deissy.
El relato que Jaime hace del caso, casi 22 años después, es escueto pero con una carga de dolor y sentimiento muy grande: “Ella quedó embarazada de un policía y resulta que él no quería responder por lo que había hecho y lo que hizo fue irse para Puerto Santander y buscar al tal ‘Iguano’ para que le hiciera la vuelta, con el comentario de que en la casa de mi mamá había una olla para venta de drogas y así no era, solo fue para que la mataran”.
“El año anterior (2000) había terminado el bachillerato, con el anhelo de estudiar enfermería, pero quedó en embarazo, por lo que decidió aplazar sus estudios hasta que naciera la niña, que ya tenía más de siete meses de gestación, cuando mataron a mi hija y a mi nieta”.
Ella se conoció con el uniformado Alcides Román Marín cuando él llegó trasladado a la estación del barrio Belén, a no más de 30 metros de la casa donde vivía esta humilde familia.
Alcides frecuentaba el puesto de comidas rápidas que Jaime, su mujer e hijos atendían todas las noches y ahí fue naciendo la relación, que los llevó a sostener un amorío a escondidas que generó el embarazo. El policía desde un comienzo no quiso aceptar ese embarazo, porque tenía otros planes y era casarse con una novia que tenía en Pereira (Risaralda) su tierra natal.
“El último en enterarme que estaba embarazada fui yo, todos sabían pero me lo ocultaron y así fue el destino de ella, a quien siempre le advertí: “cuidado con irse a enredar con policías que suelen ser traicioneros””.
Durante las audiencias concentradas de reconocimiento y aceptación de cargos dentro del proceso de Justicia y Paz, llevadas a cabo en el Palacio de Justicia de Cúcuta, Jaime se encontró cara a cara con Jorge Iván Laverde Zapata, El Iguano’, comandante del frente Fronteras del Bloque Catatumbo de las AUC, “quien dio la orden para matar a mi hija, lo mismo que con el asesino que le disparó a la cara, Helmer Darío Atencia González, alias Polocho o Kevin, que según dijeron delinquió en Tibú”.
En versión libre del 7 de abril de 2010, los postulados exintegrantes del Bloque Catatumbo, frente Fronteras, Jorge Iván Laverde Zapata y Helmer Darío Atencia González, confesaron su participación en el delito del homicidio de Deissy Melissa Andrade Lizarazo, hecho sucedido cerca de las 5:00 de la tarde del viernes 31 de agosto de 2021 en el barrio Cundinamarca, según la constancia de confesión expedida por la Fiscalía.
“Ellos me pidieron perdón, pero en mi dolor lo único que atiné a decirles que quien perdona es Dios, allá ustedes con la conciencia, pero un fiscal me sugirió que le hiciera preguntas sobre lo que yo quisiera saber del caso, entonces le dije a ‘El Iguano’ ¿por qué mataron a mi hija, que era tan joven y además estaba embarazada?
“´El Iguano´ volvió a pedirme perdón y respondió: yo en esa época estaba como loco matando gente por la guerra que teníamos, cuando ese señor (Alcides) llegó a Puerto Santander y se comunicó conmigo, informando que en esa casa (del barrio Cundinamarca) funcionaba una olla (venta de drogas), yo di la orden y encargué a alguien que estaba en el Cerro de la Cruz (Atalaya) para que ejecutara esa muerte”.
Jaime se lamenta porque fue él quien le pidió a su hija que fuera unos días a la casa de la abuela para ayudarla en los cuidados porque la habían operado de una rodilla. Por eso, el día que la mataron estaba en ese lugar con sus tías y una amiga de Deissy, quien fue herida al ser rozada por una de las balas.
En esos días, un hijo de Jaime se había ido a prestar servicio al Ejército, por lo que nadie sospechó nada cuando el sicario llegó a la casa, creyendo que a lo mejor iba a llevar alguna razón de él, impresión que tuvieron por su corte bajito de cabello como el que usan los soldados.
“A ‘El Polocho’ le pregunté lo mismo y me dijo: “primero que todo viejo le pido perdón y si Dios me quiere llevar por esto que me lleve, yo estoy adolorido por la muerte de esa ‘chama’, lo hice porque si no la mataba el muerto hubiese sido yo, entonces me tocó obligado matarla. Ella ya está muerta y no podemos hacer nada, solo pedir perdón”.
El 28 de febrero de 2006, el Juzgado Tercero Penal del Circuito de Cúcuta condenó a Alcides Román Marín a la pena principal de 180 meses de prisión (16 años y 5 meses), como determinador penalmente responsable del concurso de delitos de homicidio en Deissy Melissa Andrade Lizarazo y porte ilegal de armas de fuego de defensa personal, sentencia confirmada en segunda instancia por el Tribunal Superior de Cúcuta, el 6 de diciembre de 2006.
La defensa de Alcides interpuso ante esta decisión recurso extraordinario de casación en la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, instancia que el 20 de febrero de 2008 resolvió “inadmitir la demanda de casación interpuesta por el defensor de Alcides Román Marín”.
“Uno nunca espera un golpe semejante”
“Todos quedamos destrozados, tanto la mamá de Deissy como yo, y el núcleo familiar que conformé cuando me separé de ella, mi actual esposa y sus hermanos”, según el padre de la víctima, continuando con el relato.
Alcides Román Marín tenía para ese entonces 23 años y cuando tenía apenas un año vinculado a la Policía, “habría pagado $500.000 para hacer la vuelta (asesinato de Deissy)”, según dijo ‘El Iguano’ en su confesión ante Justicia y Paz. El desconsolado padre dijo que “entre los planes del uniformado figuraba casarse con la novia que lo esperaba en Pereira y solo estaba esperando cumplir un año más para hacerlo, por eso quería borrar lo que había pasado con mi hija”.
El papá de la víctima agregó que antes del fatal desenlace fueron varias las ocasiones en las que el Policía le llevó a su esposa “cosas” para que se las diera a tomar a Deissy para que la joven abortara, pero ante la negativa de ella “habría ideado el otro plan, que fue mandarla a asesinar con los paracos. El trajo unas pastillas de Citotec y un líquido para inducirle el aborto para que así le hicieran un legrado en su búsqueda de deshacerse de la criatura que llevaba en el vientre, pero nunca estuvimos de acuerdo”.
“Deissy, al sentirse rechazada, le había dicho a él que no se preocupara, que ella iba a salir adelante sola con la niña y nunca le iba a pedir nada, pero él se mostraba muy preocupado porque decía que no quería que le dañaran la carrera en la institución y pudiera acabar la relación con la novia de Pereira. Lo que tuvo con Deissy no fue más que una aventura”, relató Jaime.
Cuando el policía se enteró que la mujer estaba embarazada habría solicitado el traslado, primero para la Estación 100 de Policía, y de ahí lo enviaron para la estación de El Escobal. Lo extraño, según el padre, es que cuando asesinaron a Deissy, él salió a los dos días trasladado para Bucarasica, y pocos días después, de esa localidad de Norte de Santander logró un traslado para Santa Marta.
“El abogado que contratamos se dio a la tarea de localizarlo porque era el principal sospechoso, sin embargo no aparecía en la nómina de la Policía y figuraba como si no estuviera en el país, hasta que se localizó trabajando en Santa Marta, adscrito a la Policía de Tránsito”.
Una vez quedó vinculado al proceso por homicidio, Alcides fue traído a Cúcuta y encarcelado, pagando la condena en la cárcel de esta ciudad, de donde salió en libertad una vez cumplió parte de la pena impuesta.
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“Ese asesino pagó ocho años. Nosotros metimos papeles para que conforme a la Ley 1448 de 2011, recibiéramos en nuestra condición de víctimas atención, asistencia y reparación integral. Además, por intermedio de apoderado demandamos al Estado colombiano. Cuando terminó el proceso penal y el responsable fue condenado, el abogado me preguntó si seguíamos con el litigio en la parte administrativa, pero le dije que prefería esperar un poco porque me sentía cansado por todo lo que me había tocado vivir”, confesó Jaime Andrade.
Pasó un tiempo y al hacer las averiguaciones porque no había llegado la indemnización de ley, “me encontré con que se había surtido el proceso administrativo y habrían cobrado una suma superior a los $200 millones, que nosotros no recibimos. El abogado que habíamos buscado y tenía el poder que le otorgamos no ha vuelto a aparecer, Tampoco la reparación como víctimas por parte de Justicia y Paz ha llegado y transcurridos 21 años seguimos en el limbo como al principio, mientras que el responsable de esa muerte en libertad ejerce como pastor en una iglesia cristiana en su ciudad natal”.
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