El pánico, la incertidumbre y la ley del silencio, hoy se vuelven a hacer fuertes en el Viejo Escobal, especialmente por el sector que está justo detrás del CAI de la Policía Metropolitana de Cúcuta y que se extiende hasta La Isla, un pequeño punto donde hay menos de una docena de casas de madera que colindan con el río Táchira, frontera con la población venezolana Pedro María Ureña.
Muy pocas personas se atreven a hablar de lo que está pasando en ese lugar, pues saben que si los llegan a ‘pillar’ contando algo, los matan o simplemente les toca abandonar lo poco que tienen e irse a seguir sus vidas en otra parte.
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Y la masacre de hace dos días, en la que perdieron la vida Nicolás Antonio Machado Seijas, Rodolfo Llanos Holanda, y otra persona que sigue sin ser identificada, agudizó ese ambiente de penumbra que se vive en este sector de Cúcuta.
Ese hecho les hizo recordar a los habitantes de esa zona los años de terror que vivieron cuando la banda criminal La Línea montó su ‘imperio del mal’ durante casi una década, hasta que llegó el Eln y se quedó dominando ese lugar.
Más de la masacre
Ahora, con esta masacre se vuelven a tejer dos hipótesis sobre quién está detrás del macabro hecho. Una apunta a que el Eln sería el responsable, porque las víctimas se habrían rehusado a pagar las ‘vacunas’ que ha sido impuesto por esta guerrilla en los pasos informales fronterizos, donde tienen un dominio total, especialmente en territorio venezolano.
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La segunda hipótesis indicaría que las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc) en asocio con un frente de la disidencia de las Farc, que no sería el de ‘Jhon Mechas’, se quieren tomar esa zona de la capital de Norte de Santander y por eso están demostrando su poder para entrar a pelear con el Eln.
Una persona, que aseguró conocer a una de las víctimas, le contó a Q’hubo que los hombres asesinados y otros dos que alcanzaron a huir, por lo general, trabajaban juntos pasando mercancías de un país a otro.
“El miércoles iban a matar a cinco personas, lo que pasó fue que dos se alcanzaron a escapar. Aunque les hicieron disparos no los alcanzaron ni a herir, pues cruzaron el río, es lo que se cree”, señaló una fuente judicial.
La persona allegada a una de las víctimas, también sostuvo que diariamente, desde muy temprano, ellos (asesinados y sobrevivientes) trabajaban en esa trocha fronteriza, porque los movimientos de contrabando y tráfico de mercancías eran constantes desde la madrugada y no querían verse con ningún integrante de algún grupo armado ilegal.
“Al parecer, lo que alcancé a conocer es que las Agc llevaba amenazándolos varios días para que pagaran una ‘vacuna’ por utilizar esa trocha”, indicó la fuente, que por seguridad pidió no ser identificada.
Presuntamente, desde hace un mes, a La Isla llegaron integrantes de las Agc y disidencia de las Farc a disputarse ese territorio con el Eln, aunque hasta el momento no se ha tenido conocimiento de algún enfrentamiento armado.
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“A estos hombres (asesinados) el Eln les cobraba de 2.000 a 3.000 pesos diarios y lo pagaban semanalmente. Él mismo me dijo alguna vez (víctima), pero cuando llegó el otro grupo, les empezó a cobrar entre $30 mil y $40 mil, por día, por lo que en varias ocasiones se negaron a hacerlo, entonces, por eso ellos (muertos) se iban a las 2:00 de madrugada, porque a esa hora no había nadie que molestara”, manifestó la fuente judicial.
Fue por eso que hace dos días, hacia las 2:00 de la madrugada, los contrabandistas quisieron pasar la frontera, pero desafortunadamente, según la fuente, los estaban esperando los integrantes de la banda criminal.
“Y nada, ahí los mataron, eso ya está minado de ‘paracos’, y lo que tememos es que ahora la guerrilla quiera tomar represalias contra ellos, lo que iniciaría una guerra que no queremos, porque siempre son los inocentes los que terminan pagando”, señaló la fuente.
Lo hallado en la escena
Ayer, se conocieron más detalles de lo hallado por las autoridades judiciales colombianas en el lugar donde ocurrió la masacre.
Según otra fuente judicial, los asesinos lograron detener a los cinco hombres, pero dos de ellos lograron soltarse y escaparon corriendo, aprovechando la oscuridad y los matorrales del lugar, logrando pasar el río.
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Sin embargo, dos de las víctimas fueron baleadas y sus cadáveres quedaron en la trocha, mientras que la tercera, al parecer, también intentó correr, pero quedó muerta en un rastrojo.
“Al lado de los cuerpos se encontraron unos zunchos y en las muñecas de las víctimas se pudo observar que tenían marcas, como si las tuvieran amarradas. Además, se hallaron algunas vainillas de balas calibre 9 milímetros. Algunas personas señalaron que escucharon los tiros entre las 3:00 y 4:00 de la madrugada”, indicó la fuente judicial.
El control del Eln
Algunos habitantes de ese sector afirmaron que ya están acostumbrados a la presencia de los integrantes de Eln, y durante más de dos años les ha tocado convivir con ellos, pese a tener un CAI de la Policía a menos de tres cuadras de donde sería un punto de reuniones.
“No son todas las noches, pero si hay algunas de ellas, que los del Eln salen a ‘patrullar’ por las calles del barrio en moto, pues ya con el tiempo toca acostumbrarse, porque ni modo, lo cierto es que no pasan por la calle del CAI, pero si transitan por la vía que está al otro extremo”, dijo otra fuente.
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Hace más de un mes, un par de desconocidos lanzó una granada a un parque que está justo al frente de las instalaciones policiales, dejando a dos niños heridos, pero ni con este hecho, las autoridades aumentaron el pie de fuerza.
Por eso ahora, luego de la masacre y de la historia macabra que tiene esta zona, donde hubo hasta una casa de pique, apareciendo varios cuerpos desmembrados y se dieron muchas desapariciones, se espera que la Fuerza Pública y el alcalde de Cúcuta, Jairo Yáñez, le presten más atención y se adelanten constantes planes de control, pues de ser cierta la alianza entre Agc y disidencia de las Farc, la situación de inseguridad se agravará.