Las redes sociales llegaron a la vida de los seres humanos para quedarse y ya muchos no conciben la vida sin esta herramienta, que sin exagerar es casi tan importante como el aire que se respira, los alimentos que se consumen, omnipresentes en la cotidianidad y con marcada influencia en las actividades económicas, políticas y sociales en todos los puntos cardinales del planeta.
En estos canales donde cabe todo el mundo, las personas suelen asumir distintos roles ya sea como víctimas, críticos o verdugos, parecer espontáneos, necios, doctos y hasta sabios a la hora de plasmar lo que cada uno siente y piensa, pero nadie se salva de cometer errores o yerros cuando escriben sus mensajes, muchos de ellos que se hacen virales.
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Hay quienes se dan a la tarea de reparar en esos entuertos idiomáticos en defensa de una correcta escritura, en nuestro caso del idioma español, en mensajes que van y vienen plagados de errores de ortografía y otras “perlas”.
Jairo Cala Otero, lingüista y corrector de estilo, en un reciente artículo titulado “Los aparatos tecnológicos no son culpables de la mala escritura”, se refiere a este tema citando que en alguna oportunidad uno de sus lectores del boletín Español Correcto, que transmite por internet a 10.000 personas, “me escribió para agradecer mis correos; de paso me dijo que parcialmente las fatalidades en la escritura en estos tiempos obedecen a la presencia de la telefonía celular en la vida de la gente, del Facebook (‘cara de libro’, como algunos lo traducen) y del Whatsapp y similares canales en la red global de comunicación”.
Cala dice enseguida que “son las personas las que, por no saber, incurren en yerros; no son las máquinas las que deben cargar con esa «culpa». Inanimadas por sí mismas como son ellas no van a corregir ni a «corregirse» de tales desperfectos en la escritura de los seres humanos”.
Agrega que “los aparatos no tienen nada qué ver con la escritura enrevesada que hoy vemos. Ellos son el canal, la herramienta, nada más; las personas saben o no saben escribir bien. Ellas, nadie más que ellas, son las autoras de tantos errores que se leen en esos medios tecnológicos de comunicación”.
Las excusas, aunque sigan siendo recurso de muchos para sacarle el cuerpo a su propia responsabilidad, no funcionan para superar las barreras en la comunicación escrita. No hay escapatoria: para escribir bien se debe aprender a escribir bien. ¡Las máquinas son apenas nuestro soporte técnico!, advierte Jairo Cala.
Otra mirada al asunto
Fernando Ávila, el representante colombiano de la Fundación del Español Urgente, Fundéu BBVA, en un escrito para La Opinión, se formula unas preguntas y da unas respuestas que abren la discusión sobre el asunto tratando.
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La Opinión: ¿Cómo le parece el lenguaje que se usa en las redes sociales?
Fernando Ávila: Me parece útil por su rapidez y sencillez. Me parece que facilita y agiliza la comunicación y que se sale del acartonamiento de las cartas tradicionales, con el «muy señor mío» y con «su seguro servidor» y tantas otras formalidades pasadas de moda.
La Opinión: ¿Pero no cree usted que hay formas usuales en esas redes que están acabando con nuestro idioma?
Fernando Ávila: No están acabando con nuestro idioma. Lo están enriqueciendo y lo están haciendo evolucionar. Piense usted que el idioma español, lo mismo que el francés, el italiano, el portugués y el rumano, no son otra cosa que un latín mal hablado y mal escrito. El latín no se acabó, se usa en el Vaticano, en las ciencias naturales y en el Derecho, pero de él salieron otros idiomas que hoy tienen muy buena presencia en el mundo, a través de su literatura, de su poesía, de su arte.
La Opinión: ¿Y esos emojis y emoticonos que pululan en los mensajes?
Fernando Ávila: ¿De dónde cree usted que salieron las abreviaturas, como etc., c/u, (r) o los anagramas, como &? Salieron de la pereza de los escribientes para usar palabras largas. Es lo mismo que se hace ahora con nuevos anagramas, abreviaturas y figuras que expresan no solo una palabra de forma breve, sino sentimientos. ¡Qué mejor que enviar una carita feliz para expresar la alegría que causa el mensaje recibido!
La Opinión: ¿De verdad usted no ve que el idioma se está destruyendo con todos esos recursos?
Fernando Ávila: De verdad. Mire los símbolos no alfabetizables de vieja data. A alguien le dio pereza escribir la palabra «número» y se inventó el símbolo #. A otro le pareció aburridor escribir «por ciento» y lo cambió por el símbolo %. A otro se le ocurrió que «pesos» o «dólares» eran palabras muy repetidas para volverlas a escribir una y otra vez y reemplazó esas palabras con el símbolo $. A otro le pareció cansón escribir a toda hora «arroba» y la cambió por @. Y todas esas figuras, que causarían escándalo en su momento, son ahora signos usuales y hasta están en el teclado del computador.
Para tranquilidad de quienes creen que todo lo que se usa hoy está acabando con nuestro idioma, tengamos en cuenta que de lo nuevo, de cada invento que aparece en el mundo, la gente toma lo que le sirve y desecha lo que no. Eso pasará también con estas novedades.
Nadie se salva de cometer errores de ortografía
Renson Said Sepúlveda, escritor y periodista aporta igualmente a la discusión, afirmando que es muy frecuente encontrar faltas de ortografía en los mensajes de texto de un celular. De eso no se salva nadie, por muchas razones:
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Puede ser porque la configuración del celular le “corrige” a uno la palabra, es decir, se la cambia por otra que ya estaba en su memoria. Me ha pasado: un día al escribir “agencia de noticias”, me salió “agencia de noticas”. Ahí el error no es ortográfico sino de digitación, y no es mío sino de la memoria del celular.
Es posible (y creo que es lo más frecuente), que la velocidad tenga algo de culpa. No es lo mismo escribir en el computador (donde al final uno puede revisar el texto, revisar la orotografía: la ortografía, perdón: ven, ya se me iba un error, etc.), que hacerlo en un celular donde, por lo general, no hay tiempo y uno escribe y envía el texto casi sin respiro.
En un texto escrito en computador hay muchas posibilidades para que no haya faltas ortográficas. Pero en el celular, por el tamaño de pantalla y la velocidad de la que hablé antes, las cosas se tornan más difíciles. Aunque siempre cabe la posibilidad de echarle toda la culpa a la tecnología.
Importa más lo que se dice
Cristo Sánchez Barbosa, docente de lingüística y literatura, considera que “las redes sociales son un instrumento de masificación de la información con el eufemismo de informar, pero con la intención contraria, sin importar cómo se dice sino lo que se dice, para causar confusión u odio o distorsionar la realidad”.
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La segunda consideración, es que en las redes sociales es frecuente el uso de palabras soeces, provocadoras, humillantes y malsonantes que se emplean para definir personas o situaciones que se conocen como disfemismos, recurso del lenguaje que no consiste simplemente en usar palabras vulgares, sino en utilizarlas con una clara intención ofensiva y trasgresora. Es allí, según Cristo donde se debe poner la mayor atención, más incluso, que si se va un error de ortografía.
La tercera idea hace referencia a las palabras alfanuméricas, un nuevo lenguaje que se está haciendo tendencia en las redes sociales, que entienden algunas personas, principalmente en TikTok e Instagram, que según advierte el docente, son un distractor porque distraen el impacto visual de la agresión u ofensa, para ganar afectos en las masas populares, buscando la manera de posicionarse como influencer, un anglicismo usado en referencia a una persona con capacidad para influir sobre otras, principalmente a través de las redes sociales.
La generación de nativos digitales
Isaías Romero, escritor y periodista, hace su aporte igualmente a esta discusión:
Podría decir sin miedo a equivocarme que estas generaciones, hablamos de los nativos digitales, los más recientes lectores, son quizás quienes más han leído y escrito en la historia de la humanidad. Como nunca antes se leía y se escribía tanto. Dicho esto hay que decir también que no solo se escriben obras literarias y que no solo se leen libros, justamente este lector es un lector tan diverso como las lecturas que tiene disponibles, de hecho los géneros y formatos literarios han cambiado también.
Hay que decir adicionalmente que son generaciones que han accedido al conocimiento de una forma completamente diferente a como nosotros o nuestros hijos mayores accedieron, esto se da por un lado lejos de la escuela y por otro sin intermediaciones.
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Entonces por su puesto que las formas de comunicación entre ellos también variarán, no podemos decir que estemos ante el inicio de un nuevo idioma pero si quizás ante un lenguaje una forma de comunicación que ellos entiendes y esto realmente no necesariamente tiene que ser malo.
No es que se maltrate el idioma, creería que en todas las culturas e idiomas del mundo se presentan situaciones similares, diría más bien que son otras formas de comunicarse. También es bueno decir que cada vez más, tanto a aparatos como aplicaciones ya están haciendo el trabajo de corregir las palabras, los predictores de texto, los correctores online, el mismo chat gpt, son muestras de que en la actualidad es más importante que la gente escriba y no el cómo, aunque esté mal.
Yo no justifico esto, digo es que si hay algún daño en todo esto, quizás lo que hay es una paradoja: como nunca antes podemos acceder al conocimiento, a la información de primera mano, al saber, y como nunca antes estamos usando mal herramientas, procesos, formas precisamente de enriquecer nuestra mente.
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