Cúcuta “Portón de la Frontera”, justo título para esta ciudad que se abre a los estados del occidente venezolano y allende los mares, donde el viajero siempre se ha sentido en casa al pisar estos valles pletóricos de historia, cultura y belleza. La han llamado “Perla del Norte” porque es una joya de invaluable valor y su blasón de “Muy Noble, Valerosa y Leal Villa de San José de Cúcuta”, es un título real que premia su vocación agrícola y desarrollo comercial de sus productos insignes y exclusivos como fueron el café y el cacao.
La pujanza de esta la noble tierra de frontera, abierta al mundo, es la que le da su grandeza y la sitúa como la piedra angular de la integración de dos naciones hermanas, Colombia y Venezuela, unidas por la historia e indisolubles lazos familiares y buena vecindad.
Pedro Sayago, exdirector ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cúcuta, nos dice que la gran característica de esta zona de frontera es que por aquí se desarrolló la industria petrolera en el Catatumbo, se desarrolló al mismo tiempo el cultivo del café en Salazar de las Palmas, lo que le permitió a Cúcuta integrarse con el resto del mundo.
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Sayago, economista y autor de varios libros, el último de ellos ‘La historia económica de Norte de Santander’, sostiene que esta región por tradición y vocación siempre ha sido un gran atrayente de la inversión extranjera, “porque si uno mira, hasta la bandera de Norte de Santander tiene un símil con la bandera de Alemania, simplemente le quitaron el amarillo, porque aquí vinieron las grandes casas españolas, alemanas, suizas, asiáticas y al mismo tiempo de la parte de Turquía a la comercialización del café”.
Agrega que el café fue el cordón umbilical para empezar a desarrollar el proceso de comercio e integración, por eso Cúcuta tuvo el primer ferrocarril de Colombia, utilizando la ruta Cúcuta-Maracaibo mediante ese sistema de transporte para salir a Aruba, Bonaire y Curazao y después a Italia para la comercialización del café, y por allí entró todo el desarrollo de la industria y la comercialización de la nación, la región se convirtió en un gran distribuidor internacional para el resto del país, sobre todo para el centro de Colombia, porque para alguna parte se suministraba por Barranquilla y Cartagena.
“Siempre se ha desarrollado una vocación comercial, aunque la región es muy minera y muy del sector agropecuario, en términos de carbón y petróleo, por tener el primer pozo petrolero en el Catatumbo, en lo que se llamó la Fundación Barco, creada por el abuelo del presidente Virgilio Barco.
Todo ese proceso hizo que esta región siempre tuviera una relación, no solamente con los países suramericanos, sino con los países de Europa, relacionado con el principal cultivo que fue el café y con anterioridad también tuvimos una exclusividad y un fuerte desarrollo con el producto del cacao”.
Total, que se podría decir que en los 200 años como república, además de participar en el proceso de emancipación de la República de Colombia y la primera Constitución de Villa del Rosario en mayo de 1821, ha sido esta una región de amplio protagonismo no solamente en la consideración económica, sino también política y social, explica Pedro Sayago.
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Norte de Santander pertenece con Táchira, Mérida y Trujillo a lo que se denomina la cuenca del río Catatumbo y del Lago de Maracaibo.
En los esquemas anteriores de desarrollo en que no habían tantas limitaciones en los cruces de frontera, se consideraban como un área completamente integrada, por eso el café se desarrolla no solamente en Salazar de las Palmas, en Norte de Santander, sino que se extiende a Táchira, Mérida y Trujillo, y también en los procesos de comercialización del carbón y la infraestructura vial mediante el ferrocarril.
En La Fría, municipio de Táchira, se unían tanto el Ferrocarril de Cúcuta como el Gran Ferrocarril del Táchira (inaugurado en 1895), y de ahí pasaban a Encontrados, para buscar finalmente Maracaibo movilizando grandes cosechas de café tachirense y de Norte de Santander.
Es así que la relación con Venezuela siempre ha sido eterna, se han tenido avances importantes en los procesos de integración, también muchas dificultades, porque la consideración fundamental de fronteras es que tiene una cantidad de inconvenientes como el contrabando, algunas formas ilegales de relaciones comerciales, algunos impedimentos y dificultades como ocurre en todas las fronteras del mundo, es el caso de la frontera entre México y Estados Unidos o entre Argentina y Chile, con las mismas connotaciones que la relación colombo venezolana por el lado de Cúcuta, el principal “Puerto Terrestre” de la República de Colombia, que era el eslogan de los años 60, nos dice Sayago.
Refiere que en Cúcuta, por su cercanía con Venezuela, siempre se ha trabajado con una consideración importante que es el diferencial cambiario, que hacía que el bolívar costara 17 pesos antes de febrero de 1983 (cuando ocurrió el llamado “viernes negro” y el bolívar cayó a 7 pesos), que dio uno de los grandes flujos y movimientos de compradores venezolanos, lo que permitió desarrollar un turismo eminentemente comercial de fin de semana, y eso catapultó a la ciudad.
Sayago recuerda que cuando era estudiante de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en la capital del país, un profesor le decía que Cúcuta era equitativamente tan grande como Bogotá, en términos de relación de almacenes y otros establecimientos de comercio por número de habitantes.
Eso para connotar y enmarcar la importancia y el crecimiento tan grande de la actividad comercial en la región, aunque en su criterio ha sido importante igualmente la región minera con su desarrollo, petrolero, carbonífero, de la arcilla, la industria del calzado y un proceso nuevo de industrialización y desarrollo que está saliendo muy bien, que es el diseño de modas.
“Somos al fin y al cabo los mismos”
Luis Hernández, cronista de San Cristóbal, nos dice que el devenir comercial y la integración fronteriza “va más allá del aspecto mercantil, que engloba lo afectivo, lo cultural, la forma de ser nosotros, que somos al fin y al cabo los mismos”.
San Cristóbal, capital de Táchira es hija de Pamplona, toda vez que San Cristóbal fue fundada en 1561 como una villeta de paso por el capitán Juan Maldonado Ordoñez, por una orden del cabildo de Pamplona dada en 1560, siendo sitio de paso entre Pamplona y Mérida, lo que está establecido en la documentación y la historia, según el cronista.
Agrega que esos pueblos, lo que es Pamplona, lo que llegó a ser San Cristóbal, Mérida y Maracaibo con la salida hacia el Caribe, siempre estuvieron unidos en el vínculo comercial, lo que viene del Siglo XVI y se ha acentuado a lo largo de tantos años.
“Nos ha dividido desde el comienzo de la fundación de esta villeta, el río Táchira, pero eso tuvo mayor fuerza en el Siglo XIX, cuando ya Cúcuta tenía más o menos un siglo de estar caminando y cuando San Cristóbal ya había recibido dos veces la visita de Simón Bolívar: Primero el brigadier en 1813 y luego el Libertador, en 1820”.
En los Papeles del Concejo Municipal de San Cristóbal, está consignado que siempre se buscó a Cúcuta como sitio de alivio profesional para los enfermos. Siempre Cúcuta tuvo en esa época, mejores médicos que San Cristóbal y aparecen los anuncios de partes militares de oficiales que iban a tratarse con médicos en Cúcuta.
En ese orden se estableció esa relación comercial, esa relación mercantil, la Feria de San Sebastián de 1835, que es la fecha más tardía que tienen los documentos, demuestra que eso viene de una usanza colombiana, de los viajeros de Cundinamarca, Boyacá, Santander, de donde llegaba esa gente en caravanas con sus animales a estas Fiestas de Enero, como se llamaban, a hacer sus transacciones comerciales y esto llegó hasta los años 70 del Siglo XX.
“Los viajeros traían el batán y esos productos exquisitos como la ‘carne paipana’, el ‘queso reinoso’, los bocadillos de Vélez, llegaban con sus animales y se llevaban el buen café, el buen cacao que compraban hasta en Tovar y regresaban a Colombia con esas mercancías”.
El cronista refiere que figuran personajes del Siglo XIX que eran comerciantes granadinos -no se les decía colombianos aún para 1852- que se establecieron en San Cristóbal como Francisco Mejías, Toribio Pompeyo, Nepomuceno Botello, Marcelino Arias y “no sabemos quiénes fueron, pero aparecen registrados en los documentos”.
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Luego vendrían los procesos después de la segunda mitad del Siglo XIX cuando se acentúa ese intercambio comercial de las grandes caravanas procedentes de Boyacá y los Santanderes, que se aposentaban en Táchira para participar de la Ferias de San Sebastián en enero, las Fiestas de Santa Rosalía de Palermo en Lobatera, entre el 4 y 9 de agosto, y seguidamente las Ferias y Fiestas de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba, que se prolongaban hasta el 23 de agosto.
Todo un devenir comercial era lo que se desarrollaba allí, y eso se unió con familias y son innumerables las actas de bautismo de personajes nacidos en San Cristóbal hijos de granadinos, lo que está registrado en la historia. Los tachirenses no pueden echar dos o tres generaciones atrás, porque siempre van a conseguir un colombiano en la línea de sangre, según Hernández.
El cronista de San Cristóbal reitera que “para los tachirenses Colombia es una tierra hermana, somos los mismos en Norte de Santander y en Táchira, se han presentado disgregaciones manipuladas desde Bogotá y desde Caracas, y eso ha sido por siglos, pero aquí se han mantenido temas como las alcabalas, el contrabando, la alcabala de Peracal, la Aduana de San Antonio, esos elementos que fueron creados en la frontera, pero siempre hemos conseguido la manera de encontrarnos y de acercarnos y de ser los mismos”.
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