Cada vez más personas en Colombia tienen poco interés en tener hijos. Así lo confirmó el informe más reciente del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, sobre estadísticas vitales, que mostró el descenso de un 15,2% de la tasa de natalidad nacional, luego de que entre enero y julio de este año se registraran 255.055 nacimientos, contra 300.874 de 2023.
En Norte de Santander el panorama no es diferente, donde en el último año (enero – julio) hubo 8.997 nacimientos, 2.522 menos de los registrados en 2015, que equivale al descenso en un 28,8 por ciento, muy cerca de la media nacional en la última década, que supera el 30%. ¿Por qué? ¿Cuáles son las razones que están llevando a la gente a abandonar la idea de la maternidad?
Causas
Carolina Ramírez, directora de la Maestría en Familias y profesora e investigadora del programa de Trabajo Social de la Universidad Simón Bolívar, explica que este fenómeno obedece a causas multifactoriales, entre las que destaca la nueva “visión de globalidad”, dice.
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Explica que “antes solamente teníamos una interacción en lo propio y desde lo propio, teníamos modelos a replicar, nos educamos para tener hijos, para tener familia y las expectativas eran muy locales; ahora, con el uso de la tecnología, nos desenfocamos de esa territorialidad y nos reconocemos como ciudadanos no solo de Norte de Santander o Colombia, sino del mundo”.
En ese contexto tener hijos ya no es una prioridad, pero adicionalmente Ramírez señala que existen discursos que van reforzando esa idea, como por ejemplo que el planeta puede verse desbordado de gente.
Por esta razón “se han hecho unas campañas muy fuertes para que se deje de tener hijos. Hay quienes dicen que un niño es contaminación, porque implica pañales, toallitas desechables, entonces ¿Cuál es la solución? No tener hijos”, dice.
Los proyectos de vida más individualistas también son un factor para repensarse la maternidad. “La idea de realización personal hace se posponga la idea de tener hijos, sin embargo, cuando se alcanza esa etapa de plenitud, seguramente ya no tenemos deseo de ser padres”, apunta.
La cada vez más activa participación de la mujer en el mercado laboral es uno de los factores más determinantes, según señala la investigadora de la Unisimón, “pues supone una triple carga para ella: trabajo, hogar, hijos, entonces se descartan los niños”.
Esta posición se fortalece con el mensaje de empoderamiento que promueven las organizaciones feministas, sobre el rechazo de la maternidad como el único rol de la mujer.
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En el caso de Norte de Santander, la arraigada cultura patriarcal es determinante en la decisión de postergar la maternidad. “Estudios antropológicos dan cuenta de la violencia hacia la mujer, entonces prescindir de hijos hacen que pueda desarrollarme y no luchar contra ese techo de cristal que me dice que no hay una red de cuidados”, apunta Carolina Ramírez.
¿Cómo influye la migración?
Cundo se habla de descenso en la natalidad, se piensa en el impacto que esta circunstancia pueda tener a futuro en la sociedad, sobre todo en términos económicos y productivos.
Carolina Ramírez destacó la migración como un factor equilibrante en la nueva dinámica global. “Definitivamente, menos personas en un espacio territorial hacen que caiga la economía, pero que las poblaciones circulen hace que se dinamicen las labores de la sociedad”, dijo.
Destacó que no en vano el siglo XXI ha sido considerado “el siglo de la migración”, de ahí que hayan políticas migratorias más favorables para que se den estos movimientos.
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En Norte de Santander “puede que no estén naciendo muchos niños pero hay movilidad humana y hay población joven, en la que podemos pensar cómo trabajar esos temores para tener niños, en educarlos para que lo hagan de manera consciente, desde el deseo y la planificación”, añadió la investigadora de la Unisimón.
Recomienda no caer en posturas radicales sobre los hijos, considera que la idea es educar, pero no satanizar la procreación.
“La sociedad tiene que valorar la humanidad, la dignidad humana, el deseo porque nos mantengamos en el planeta”, señaló, y llamó la atención sobre la necesidad de cambiar los hábitos de consumo, “porque el ejercicio que el planeta no aguanta, no son los 8 mil millones de personas que lo habitan, sino sus estilos de vida”, dijo.
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