A finales de 2005, con la llegada de 80 familias, provenientes de Arauca, Aguas Calientes, Vallesther y el Catatumbo, se empezó a establecer un nuevo asentamiento humano en las inmediaciones de la ciudadela de La Libertad.
Estas personas, quienes venían huyendo del conflicto armado y la violencia, se asentaron en ese sector de la Comuna 3, al que denominaron ‘La Esmeralda’, por su terreno tan pedregoso.
Para tener agua potable, estas personas “surtían con mangeras las primeras viviendas que se construyeron”, recordó Neftaly Angarita, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) y uno de los residentes fundadores.
Con el tiempo, llegó la Fundación V&C y desde ese entonces, los habitantes de La Esmeralda pueden acceder al acueducto mediante las pilas públicas.
Una situación similar ocurría con el servicio de energía, gas y alumbrado público, pero las entidades llegaron en vista de la gran sobrepoblación del lugar, teniendo a la fecha un total de 500 familias que residen en ese sector de la Comuna 3.
La situación para los habitantes de La Esmeralda cambió en 2008, cuando la administración municipal legalizó la JAC, obteniendo la personería jurídica.
Con esta noticia, la comunidad de aquel asentamiento humano sabía que cosas buenas se venían, confiando en que pronto llegarían los apoyos de las entidades municipales.
Buen estado en sus calles
Dichas ayudas se vieron reflejadas en la solución de una de las problemáticas que tenía el sector: la pavimentación, pues 12 de las 26 calles fueron arregladas a través del programa comunidad-gobierno.
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De acuerdo a lo expresado por el presidente de la JAC, la Alcaldía se encargó de poner los recursos, maquinaria y demás materiales, mientras que la comunidad hizo lo propio con la mano de obra.
“Fue un trabajo mancomunado de varios meses, que finalmente sirvió para el crecimiento de La Esmeralda, algo de lo cual estamos muy agradecidos con esa administración”, expresó Neftaly Angarita.
Para 2012, una temporada de lluvias dañaron unos gaviones en la calle 19 y la avenida 24 quedó tapizada de piedras de gran tamaño, que impidieron desde entonces el paso hacía la ciudadela La Libertad.
Como el sector no tenía ninguna calle con asfalto, cada vez que llovía, el barro dejaba incomunicadas a las personas, por ello a través de rifas, bazares y ventas de comidas, las personas consiguieron el dinero para la empezar la pavimentación, antes del apoyo municipal.
Actualmente, solo quedan unas pocas calles por pavimentar en La Esmeralda, a la par de hacerle un mantenimiento a algunas vías que se han deteriorado con el paso del tiempo, situación que el líder comunal manifestó en los encuentros ciudadanos para el Plan de Desarrollo.