Si algo ha caracterizado al ser humano es la capacidad de sobreponerse a cualquier tipo de adversidad. Sea en lo afectivo, emocional, psicológico y físico. Una de las premisas es nunca rendirse ante las circunstancias que se presenten.Todo está en fijarse metas, ser resiliente, tener mentalidad positiva y constante en las actividades que se desarrollen.
Tenemos el caso de José Álvaro Pilonieta, a quien a los tres meses de nacido le diagnosticaron poliomielitis, enfermedad con la que ha lidiado a lo largo de sus 62 años de vida. A pesar de esa condición de discapacidad, cuenta que jamás se ha dejado vencer en la vida y más bien le ha ganado ‘mil batallas’, gracias a su perseverancia y dedicación.
De los sesenta y tantos años con los que cuenta, lleva 43 años haciendo deporte, todos dedicados a la actividad de las pesas.
José Álvaro Pilonieta ha dedicado parte de su vida a practicar el deporte de las pesas. Foto: Carlos Ramírez/La Opinión
Es considerado en Cúcuta como uno de los pioneros de los gimnasios hoy conocidos como fitness o multifuerza y es admirado por ser una persona luchadora, emprendedora por la gente que lo distingue que más allá de la limitación física, un término que para él no existe, pueda hacer actividades que otros con toda su funcionalidad les cuesta hacerlo.
Capacidad para superarse
Que sea José Álvaro quien cuente cómo surgió la ‘loca idea’ no solo de montar un gimnasio, sino de recuperar en el 80% o 90% de su movilidad cuando en esos tiempos de los años 70 y 80 era difícil contar con un terapista para ayudarle mejorar la sensibilidad de los músculos y el sistema nervioso.
“Esto surgió hace 43 años por una idea mi padre de hacer ejercicio para tratar de minimizar la discapacidad de movimiento que tengo en la parte inferior derecha de mi cuerpo; ha sido bastante beneficioso, sobre todo para quienes he podido ayudar a cambiar muchas cosas de su vida entre ellas el pensamiento y la parte física a través del deporte”, afirma.
Pilonieta relata que durante su niñez los médicos especialistas que lo sometieron a tratamiento, consideraron que difícilmente podría llevar una vida normal, pues la poliomielitis podría pensarse que es hipotéticamente irreversible.
“Los especialistas de le época que me vieron decían que iba a tener que llevar una vida diferente, totalmente calmada, en una silla de ruedas, es decir, limitado para el movimiento y yo no quería eso, no me quería ver así”.
Al continuar su testimonio de vida relata: “entonces, como a mi papá le gustaba el ejercicio compró, para ese entonces, unos libros de fisioterapia, enciclopedias sobre el tema y comenzó a hacerme unos ejercicios de masajes, movimientos, porque yo hasta los siete años no caminaba, me arrastraba”.
Pilonieta -hoy instructor de pesas y juez internacional de powerlifting- resalta haber contado con unos papás maravillosos que siempre estuvieron al tanto de él.
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“Tuve unos padres excelentes vieron el concepto de discapacidad como un forma de superación personal siempre fueron pilares de mi concepto (deportivo) y nunca hubiera sido la persona que soy hoy en día”, dicee José Álvaro mientras daba indicaciones a una de sus alumnas que llegaba al entrenamiento en el gimnasio que tiene su casa ubicada en el barrio El Contento, uno de los sectores más populares y tradicionales de la capital nortesantandereana.
Fueron años de lucha, perseverancia y dedicación y paciencia las que tuvo atravesar José Álvaro en su intento por caminar. “Fue más o menos a partir de los 13 o 14 años que empecé a tener algo de sensibilidad, movilidad y medio me podía defender por sí solo, porque mis padres trabajaban y desde de entonces nació la idea de hacer ejercicio personal. Pero jamás imaginé esto iba ser el concepto y mi estilo de vida, ser instructor deportivo”, subraya .
Para Pilonieta en ese momento ya sabía cuál iba a ser futuro profesional, pero recuerda que su papá no le agradaba demasiado que se dedicara a las pesas pues independiente su pasión por del deporte le veía como algo riesgoso por el tipo de enfermedad.
Con disciplina ha sabido sobrellevar la enfermedad de la poliomielitis. Foto: Carlos Ramírez/La Opinión
“Mi padre quería que fuera profesional, que estudiara una carrera, pero en los ires y venires de la vida le manifesté que quería tener un gimnasio, manejar gente y él me decía que eso era casi ilógico porque una persona en condición de discapacidad no podía entrar en un concepto de normal donde ‘todos son perfectos’”.
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Pera a pesar un poco de las contradicciones de su papá, y paradojas de la vida fue quien le ayudó a improvisar y a armar su primer gimnasio deportivo, compuesto por un par de discos los cuales aún conserva como recuerdo y na barra pesas hecha con cemento y un banco de madera y al que asistieron primeros sus amigos de adolescencia, juventud y vecinos.
“De ahí nació la idea de hacer ejercicio independiente, pero no imaginé que fuera tan excelente como la que manejo hasta ahora”.
Entregado al deporte
Tras el improvisado gimnasio casero, con el tiempo José Álvaro conoció más de fondo el asunto de los gimnasios deportivos y su trabajo físico-atlético.
Fue así como en marzo de 1983 asistió a la primera competencia en San Cristóbal, donde le fue bien, quedando animado a demostrar que esto era lo suyo.
“Esa competencia fue para mí algo inolvidable, porque era diferente a los demás y participar en un evento para personas normales era complejo, pero participé, gané y duré 15 años compitiendo para después dedicarme a la enseñanza”, señala el instructor.
Dentro de las competencias nacionales manifiesta que participa en torneos organizados por los gimnasios, más no por liga; parte de esa carrera como atleta la hizo en Venezuela.
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Una de sus mayores nostalgias fue no haber podido representar a Norte de Santander en los Juegos Paranacionales de 2012, en el Powerlifting.
El profe José Álvaro Pilonieta precisa que lo más difícil no es el haberse superado asimismo, “sino ver que de cierta manera la sociedad acepte que las personas con alguna condición de discapacidad podemos ser también mejores como los demás, pero ganarme un lugar ser una de las personas pioneras de la creación de los gimnasios en la ciudad fue muy difícil y saber que mis amigos, alumnos sepan compartir mis enseñanzas eso me hace sentir orgulloso”, asevera.
Curiosamente, sus dos hijos no heredaron esa pasión por el deporte aunque lo practican en sus ratos libres, más se han dedicado a sus carreras profesionales.
Pero así como ellos tienen su camino definido José Álvaro dice que a pesar de los años, tiene cuerda para mucho rato y no ha pensado cuándo colgará las pesas para siempre.
“Dejar esto, no, es parte de mi vida de mi esencia, quiero seguir demostrándole a la gente que una limitación física o condición de discapacidad no es para abandonarse”, es la consideración que Pilonieta maneja como mensaje para todos.
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