Lleva alrededor de 10 años de trabajo en la protección del agua, labor a la que ha vinculado el sector empresarial. Desde hace casi 2 años está en Bogotá, poniendo al servicio de la capital del país sus conocimientos.
La economista cucuteña Andrea Yáñez, quien es la directora ejecutiva de Agua Somos, el fondo de agua de Bogotá Región, estuvo en la ciudad y conversó con La Opinión sobre las causas que generó la crisis hídrica en la capital de Colombia y la perspectiva que tiene de la región fronteriza en cuanto a la visión de sostenibilidad de las organizaciones.
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Antes de mudarse de ciudad, Yáñez estuvo durante 8 años trabajando con los empresarios de desde Alianza Biocuenca, fondo de agua de Norte de Santander del que fue confundadora, catalogado como innovador; de allí que solicitaran sus servicios en Bogotá.
¿Qué opina de las acciones ambientales de las empresas de esta región?
Todas las empresas tienen una huella en términos ecológicos y conocen su impacto ambiental. Hay muchos cucuteños que trabajan en agua y son muy reconocidos. Nosotros, por ser tan resilientes en la frontera, hemos aprendido a ser muy creativos para generar estrategias de sostenibilidad.
¿Cómo se mide ese impacto?
Los impactos de las empresas se conocen a través de tres riesgos: físicos, normativos y reputacionales. Aquí hay un gran reto: tienen mucha información, pero se demoran mucho en ir a la acción. Si usted no conoce el impacto de su empresa, no puede ir a una acción. En Norte de Santander hay mucha voluntad, pero les cuesta tomar medidas. Si usted no conoce el retorno financiero de eso, no genera una acción, y el retorno financiero al final es cuánto me costaría no invertir en agua.
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¿Cuánto le costaría a una empresa no invertir en agua?
Es un tema de causalidad. Cuánto le costaría no invertir en un ecosistema alta montaña en 10 años, cuando no tenga agua, pues, el negocio se acaba, no puede producir. Hay una presión, si no invierte en agua, porque puede que a veces no cumpla la norma. Sin embargo, su reputación importa, por lo que necesitan demostrar con sus acciones que están reaccionando.
Las alianzas son importantes. El ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) número 17 de la ONU dice que la única manera de salir del riesgo climático es a través de las alianzas corporativas. Las empresas deben trabajar en alianzas.
¿Cómo fue ese salto a Bogotá?
Los cucuteños son muy colectivos. Somos muy parecidos a los costarricenses. A la gente aquí le gusta trabajar en la asociatividad, aunque seamos peleadores, y esa buena estrategia de colectividad (Alianza Biocuenca) se escaló a Santander e hicimos un megafondo que se llama Fondo de Agua del Nororiente Colombiano, porque compartimos un ecosistema –el páramo Santurbán-.
Hubo empresas que estaban invirtiendo en el Nororiente, pero también tenían una visión de proteger una de las cuencas más importantes del país, la del río Bogotá, que es más o menos el 26,3% del PIB en Colombia. Entonces dijimos: escalemos esta gran oportunidad, que también era una oportunidad para el nororiente, porque de allá también nos estamos trayendo inversiones importantes a través del agua.
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¿Por qué Bogotá tuvo crisis de agua?
Ha habido una inversión en infraestructura gris, porque el acueducto es muy robusto. Pero no se ha hecho contundentemente protección de ecosistemas. Toda la cuenca del río Bogotá mide aproximadamente 530.000 hectáreas, pero la zona de recarga son 63.000 hectáreas. Bogotá debería tener, mínimo, protegidas el 60% de esas áreas, para ofrecer garantía de seguridad hídrica.
Para que una ciudad no esté en riesgo, no solamente tienen que invertir en tecnología e infraestructura gris, sino que debe ser integral con las inversiones de infraestructura verde, es decir, conservar, restaurar y tener buenas prácticas sostenibles con los agricultores, ganaderos y comunidades de zona alta montaña.
¿Por qué es importante Santurbán?
Lo que hace el ecosistema de alta montaña es retener más litros de agua o más metros cúbicos regulados. El páramo no se puede comparar a un ecosistema de bajo relieve. Lo que pasó con Bogotá es que las estimaciones matemáticas fallaron; y hay algo peor, el cambio climático evolucionó mucho más rápido. Ya no hay retorno, la temperatura subió 1.3 grados el año pasado.
¿Cambió la mentalidad del bogotano?
Creo que la gente sigue pensando que el agua del tubo no se va a acabar. ¿Qué hace falta? Dar mayor información relevante, indicadores. Este no es un problema del acueducto, es de todos. Hay una miopía.
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¿Puede Cúcuta tener una crisis así?
Las cuencas de los ríos Pamplonita y Zulia, en el caso de Cúcuta, tienen riesgos grandísimos en términos de regulación, lo cual significa que, en una extrema escasez de agua, sí puede haber fallas en la seguridad hídrica.
¿Cómo evitarla?
En Norte de Santander hay muchísima cooperación y alianzas. Hay que trabajar en mayor articulación entre el sector público y privado. Se tienen que articular acciones y dejar de diagnosticar tanto, ya los diagnósticos están.
El dato
Agua somos protege la cuenca del río Bogotá, la cual incide en cinco departamentos: Cundinamarca, Boyacá, Huila, Tolima y Meta.
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