Cada año, los desastres naturales generan pérdidas económicas globales superiores a los US$300.000 millones, según estimaciones del Banco Mundial. Estas cifras incluyen la destrucción de infraestructura, viviendas, negocios y recursos productivos, así como los costos asociados con la atención de emergencias y la reconstrucción.
En América Latina, por ejemplo, se estima que los desastres naturales representan una pérdida del 1% al 5% del Producto Interno Bruto (PIB) anual en algunos países, afectando gravemente el crecimiento económico y la estabilidad financiera.
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En Colombia, las pérdidas económicas debido al impacto del cambio climático alcanzan los $4,3 billones cada año. Entre los eventos que generan mayores pérdidas se encuentran las inundaciones, que causan alrededor de $285.777 millones anuales en daños, afectando sectores como la salud, la industria, el transporte y la energía.
Otros fenómenos, como los deslizamientos, incendios forestales y sequías, también contribuyen a las pérdidas económicas, que afectan principalmente a la infraestructura y a la población vulnerable
El ingeniero civil Ricardo Chávez indicó que la ingeniería y la construcción tienen un papel crucial en la reducción de estos impactos, porque no solo deben adaptarse para construir estructuras más resistentes y duraderas, sino que deben hacerlo de manera sostenible, con materiales que disminuyan la huella de carbono y protejan el medio ambiente.
“Se estima que el sector de la construcción es responsable de alrededor del 39% de las emisiones globales de CO2 relacionadas con la energía, lo que resalta la urgencia de migrar hacia prácticas más ecológicas y eficientes”, manifestó.
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Chávez destacó que se requiere la migración hacia diseños resilientes, que consideren las condiciones extremas derivadas del cambio climático, lo cual puede reducir los costos de reconstrucción y, lo más importante, salvar vidas.
“Por ejemplo, la construcción de edificios y viviendas adaptadas a terremotos en zonas sísmicas puede disminuir las muertes y lesiones hasta en un 60%. A su vez, el desarrollo de infraestructuras de drenaje y contención en áreas propensas a inundaciones podría reducir las pérdidas económicas por desastres hídricos hasta en un 30%”, añadió el experto.
Invertir en estas medidas no solo protege a las personas, sino que también reduce los costos de respuesta y reconstrucción.
Se estima que por cada dólar invertido en prevención y preparación frente a desastres, se ahorran hasta US$7 en costos de recuperación. Es necesario que los sectores de la ingeniería y la construcción asuman un liderazgo claro en la implementación de nuevas tecnologías, como el uso de materiales reciclados, sistemas de energía renovable y métodos de construcción modulares y sostenibles, que no solo sean económicamente viables, sino que también ayuden a reducir el impacto ambiental.
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Finalmente, la ingeniería y la construcción deben adaptarse de manera urgente a las nuevas realidades impuestas por el cambio climático y los desastres naturales.
El diseño de infraestructuras resilientes y sostenibles no solo es una necesidad ambiental, sino una inversión en la estabilidad económica y la seguridad de las naciones.
Salvaguardar vidas y mitigar los costos que enfrentan los países en la atención de emergencias es posible si se priorizan soluciones tecnológicas y ecológicas que protejan tanto a las personas como al planeta.
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