El crédito informal ‘gota a gota’ o ‘pagadiario’ se ha vuelto un modelo de exportación. Este fenómeno, que se presenta en Colombia desde hace alrededor de 30 años, ya tiene presencia en Centro y Sur América.
Según cifras del Ministerio de Relaciones Exteriores, afuera del país hay 537 colombianos condenados por delitos relacionados con este sistema de financiamiento, de los cuales 478 son hombres y 59 son mujeres.
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Las redes de prestamistas ilegales hacen presencia en 18 naciones de América Latina, según la organización sin ánimo de lucro Connectas. Este mismo organismo elaboró un detallado informe en el que explica el origen de esta práctica, que vio su nacimiento en Medellín, durante la peor época del narcotráfico.
“En la primera década de este milenio, el ‘gota a gota’ se extendía por toda Colombia a través de redes con asiento en ciudades como Bogotá, Medellín, Barranquilla, Cali y el Eje Cafetero. Las mismas desde donde han operado poderosos carteles de la droga”, publicó Connectas.
Ecuador se convirtió en el primer país que importó esta modalidad, en 2008, y posteriormente esas redes hicieron presencia con estos créditos en mercados y zonas marginales de Perú, adonde llegaron en 2009.
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La práctica llegó a un mayor auge en 2010, cuando las redes de prestamistas empezaron a expandirse a Chile y, a mediados de ese mismo año, otro grupo de colombianos ingresó como artesanos y fabricantes de muebles por la provincia Salta hacia Argentina.
En ese año se tuvo también reportes de una comunidad grande de colombianos que empezaba a radicarse en Santa Cruz, en el sur de Bolivia, y que se movía hacia Tarija y Cochabamba, haciendo préstamos a pequeños comerciantes que no podían acceder a un crédito formal.
En 2011 los prestamistas rompieron la barrera del idioma y se tomaron algunos de los estados más apartados de la periferia de Brasil hasta llegar a Sao Paulo y Río de Janeiro.
Y en 2015, algunos grupos ilegales llegaron a México para asociarse con bandas de ese país que incursionaron en el ‘gota a gota’. Los prestamistas se extendieron por todo Centroamérica y ocuparon los comercios y las zonas marginales de Honduras y Guatemala, donde trabajan también en alianza con las maras salvadoreñas.
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Aunque a comienzos de 2019, Panamá reportó el primer caso de capturas de colombianos por ‘gota a gota’, en el 2015 se registró una serie de actos violentos y de muertes relacionados con esta actividad ilícita en la capital del país. Personas de nacionalidad colombiana y nicaragüenses indocumentados fueron las víctimas de estas redes.
En el caso de Suramérica, Uruguay fue el último país en el que aterrizó este fenómeno, a comienzos de 2017, con algunas condenas por homicidio relacionados con la práctica del gota a gota en ese país.
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