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El realismo artístico de Garefe
El día llegará en que Garefe sea reconocido en lo que vale.
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Sábado, 13 de Julio de 2024

A mediados del siglo pasado, una gran corriente artística se desarrollaba en la provinciana Cúcuta.

 Estimulada por su vecindad con los adelantos que en esta materia se exhibían en Venezuela cuando por efecto del auge de la producción petrolera, multitud de artistas de todo el mundo la visitaban y las grandes empresas norteamericanas ponían allí sus ojos presagiando un futuro más que rentable, progresista en términos de adelantos económicos y sociales que finalmente, así como se presentaron también desaparecieron.

Así pues, con esta introducción damos inicio a una de esas crónicas difíciles de narrar, más que por la falta de información, la falta de interés de quienes la tienen y no la comparten. Es una característica común de los países llamados “en vías de desarrollo”, casi que despreciar su tradición considerando que ella no aporta nada a su progreso, que es información en desuso, olvidada y arcaica, sin darse cuenta que es la base sobre la cual se proyecta su futuro.

Pues bien, en la época dorada de la ciudad, cuando ésta comenzaba su apogeo que la llevó a destacarse como una de las más atractivas ciudades del país, por sus negocios y por sus expectativas económicas, comenzaron a surgir artistas de las más variadas disciplinas, algunos con la fortuna de destacarse a nivel internacional como  la soprano María Elena Olivares, los músicos José Rozo Contreras, Elías M. Soto, el maestro Pablo Tarazona Prada, los escritores Eduardo Cote Lamus y Jorge Gaitán Durán, y el escultor Eduardo Ramírez Villamizar entre otros. Pero no son éstos de quienes hablaremos en esta crónica sino de uno en particular que se mantuvo activo en la ciudad, dedicado a una de las disciplinas primorosas de menos renombre, pero no de menor importancia: el dibujo artístico.

Se trata del maestro Álvaro García Figueredo, quien se firmaba como Garefe, siendo así conocido en el ámbito artístico de la ciudad y el país.

El artista tenía su estudio en la avenida 12 No. 13-54 del barrio El Llano. Ofrecía además de las magníficas obras de arte pintada al óleo y plumillas, cualquier otra clase de dibujos. Eventualmente colaboraba con los medios escritos de la época enviando las caricaturas de los personajes que le eran encargados.

Desafortunadamente no he logrado acopiar más detalles sobre su vida y obra, por más que la he solicitado a quienes la tienen, pero que por razones que desconozco se han negado a suministrármela, así que basado en el único documento que tengo a la mano, entregaré a mis lectores la apreciación que en algún momento fuera publicada sobre la dimensión artística del maestro Garefe. Se trata de un ensayo escrito por un crítico en arte identificado con las iniciales G.L. publicado a finales de 1960 en el periódico local Oriente Liberal, en el que hace un detallado análisis de su técnica pictórica comparándola con la de otros artistas de talla mundial, a raíz de las críticas que se presentaron a raíz de la publicación de unos bocetos suyos con figuras caricaturescas, muchas de las cuales recibieron adjetivos poco positivos.

Dice nuestro crítico citado: “…siempre que miro, y al mirar admiro, un escorzo o silueta de Garefe, recuerdo las palabras de Antón Chejov, “…en el hombre deben ser hermosos la industria, el alma, el pensamiento”. Si ubicáramos estas realizaciones, el realismo sería lo indicado para hacerlo. El realismo que se inspira en la realidad, no la deforma a pretexto de búsquedas, hallazgos plásticos, nuevas escuelas, etc. el realismo se funda en lo más expresivo del universo, el rostro humano. Sin embargo hay artistas que escatiman y engañan la simplicidad del público y de los críticos con su pretendido ‘arte abstracto’ que es la evasión de la realidad, pero lo cierto es que miles de personas le piden al arte sencillez en la belleza, hondura esbeltez y gracia. En Garefe, tal es su mérito, debe ser estimulado a mantenerse en el realismo sin caer en repeticiones y superándose a base del estudio porque el arte es universal. El gobierno debería estimularlo encargándole una serie de escorzos sobre la casa natalicia de Santander y sobre el Templo Histórico del Rosario para formar un cuaderno turístico.

Y desde luego que Garefe no debe preocuparse porque los críticos ‘comercializados’ no digan que sus perfiles son ‘hallazgos plásticos’, porque el pueblo que es el gran crítico sabe dónde está lo bueno y qué es lo malo”.

A manera de defensa del artista, el crítico sigue escribiendo: “…teniendo en cuenta que el artista debe tener el oído junto al pueblo, el oído junto al palpitar popular, la mirada en el universo y la exigencia para consigo mismo, porque el pueblo solicita belleza y el artista está obligado a entregársela. Desde luego que el gobierno debiera estimular al artista como lo hace en otras regiones dando a todo creador de belleza, oportunidad de estudiar y de superarse, de redimirse de repeticiones, de afinarse en la comprensión y de estimularse en el conocimiento.

El día llegará en que Garefe sea reconocido en lo que vale. Entre tanto, le decimos las palabras con que un noble español deseaba ser despertado todas las mañanas por su criado: “Arriba señor Conde, que grandes cosas tenéis por delante para cumplir”.

En idénticas condiciones le decimos a nuestro artista:”Arriba Garefe, adelantado del realismo en el arte”.

Redacción
Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com

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