Todavía es evidente el dolor y la tristeza de la esposa de José Ángel Vesga Ramírez, al presenciar cómo un desconocido le arrebató la vida a su marido, en el momento en que estaba hablando con uno de los vigilantes que trabajaban para él.
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“Cada tarde él me recogía en su moto de una academia de belleza donde estudio a eso de las 5:00 de la tarde y volvíamos a la empresa en donde supervisaba cómo estaban las cosas para luego ir a casa. Pero esa tarde, después de recogerme, estábamos hablando con uno de los empleados para darle un pantalón de dotación”, afirmó ella.
La mujer asegura que caminaron unos locales antes de llegar a la mitad de la calle 3 entre avenidas 5 y 6 del barrio Latino. Justo allí estaba hablando con el empleado cuando salió el desconocido y le disparó tres veces por la espalda a José Ángel. Luego la impactó a ella en un glúteo.
“La verdad no sentí el disparo, yo solo le grité al delincuente ¿por qué lo mató? y me dijo ‘agradezca que no tengo más balas para matarla a usted’. La gente dice que cuando el tipo huyó, lo recogió alguien en una moto, pero ya eso no lo vi, yo abracé a mi esposo y me puse a gritar para que alguna persona me ayudara a llevarlo al hospital”, recordó.
Por suerte, un taxista al ver la escena frenó y ayudó a la mujer a subir al hombre, pero en el lugar ya había quedado un preocupante y considerable charco de sangre. En el camino, mientras el vehículo atravesaba la ciudad rápidamente para llegar al centro asistencial, su esposa desesperada gritaba a los otros carros que estaban adelante para que les dieran paso.
“Llevo un herido por favor, déjenme pasar”, gritó en diversas ocasiones y resultó bastante útil según la mujer, porque todos los conductores se orillaron para que llegara en poco tiempo al Hospital Universitario Erasmo Meoz (HUEM).
“Llegamos a urgencias y un paramédico lo subió de inmediato a la camilla, pero mientras hacían unos trámites, mi esposo seguía ahí desangrándose afuera. Entonces agarré la camilla y entré sola buscando un doctor que me ayudara, cuando lo encontré él le tocó el brazo buscando el pulso y me dijo que había fallecido”, recordó con tristeza.
Luego de escuchar eso, su pareja sentimental no quiso creerlo y exigió que hicieran algo mientras podían, pero otra enfermera, que llegó a conectarle un dispositivo electrónico que medía las pulsaciones del corazón, le confirmó que el hombre había perdido la vida.