Frente a las instalaciones del Policlínico de Atalaya se oyeron gritos y se vieron los gestos de desesperación, en medio de lágrimas, de los familiares y amigos de Eddier Vacca Lezcano, cuando se enteraron de que él no sobrevivió al ataque de siete balazos, que le hicieron en la cancha del barrio La Laguna.
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Una mujer que solía acompañarlo y que lo conocía desde hacía mucho tiempo, inicialmente llegó al lugar del hecho y luego de constatar que su amigo estaba grave en el centro médico, no dudó en correr al Policlínico, donde finalmente se enteró de la muerte de Vacca.
Miembros de la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) tuvieron que adelantar las pesquisas en la escena del ataque y el levantamiento del cadáver en el centro asistencial.
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Un entrenamiento en riesgo
Un grupo de al menos 60 niños que entrenaban fútbol, la noche del viernes, en la cancha del barrio La Laguna, en la ciudadela Juan Atalaya, fue testigo del crimen de Vacca Lezcano, quien, al parecer, estaba sentado detrás de uno de los arcos, junto con una mujer, consumiendo drogas, cuando fue atacado a bala.
“Estaban dos categorías entrenando y justo en el momento en que dispararon, los muchachos estaban tomando agua alrededor del arco, eso fue muy angustiante”, explicó uno de los profesores.
Los deportistas y los demás asistentes en el escenario deportivo tuvieron que correr para resguardarse y evitar más riesgos, mientras que el pistolero que acabó con la vida de Eddier, huyó del lugar.
Rápidamente unidades de la Policía Metropolitana de Cúcuta arribaron al lugar del ataque, que también colinda con un colegio, para iniciar las primeras pesquisas del crimen.
Los habitantes del sector aseguraron que este lugar es frecuentado por consumidores de drogas, por lo que, en cualquier momento se podía registrar un hecho violento.