Este fin de semana se tornó violento en el municipio de Ábrego, dejando un saldo de tres personas asesinadas en dos hechos aislados. Uno se presentó en el centro y el otro, en una vivienda del barrio Hato Viejo.
El primer suceso ocurrió el sábado, cuando Jairo Cañizares Tarazona se encontraba en pleno centro del casco urbano.
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Según información preliminar, el hombre estaría portando una pistola y presuntamente atemorizando a la comunidad.
Ante la situación, algunos testigos se encargaron de alertar a la Policía de Norte de Santander, y en pocos minutos, los uniformados llegaron al lugar.
Sin embargo, Cañizares Tarazona, al notar la presencia policial, habría desenfundado su arma y apuntado a los uniformados.
Ante la amenaza, uno de los policías reaccionó, disparándole en el abdomen. Al verlo gravemente herido, los mismos uniformados lo auxiliaron trasladándolo hasta el Hospital de Ábrego, donde se confirmó su deceso.
La muerte de Cañizares Tarazona generó reacciones en redes sociales, donde sus familiares y allegados expresaron rechazo y exigieron justicia.
Pero, de manera extraoficial se conoció que, presuntamente, esta no sería la primera vez que el hombre intimidaba a la comunidad con armas de fuego; se presume que se hacía pasar por miembro de un grupo armado para extorsionar a los ciudadanos.
Las autoridades continúan con las investigaciones para esclarecer los hechos y determinar lo sucedido.
Doble crimen en una casa
La madrugada del domingo, una escena aterradora estremeció a los vecinos del barrio Hato Viejo en Ábrego.
El descubrimiento se dio en una vivienda ubicada en la calle 9A con número 9-40, cuando varios residentes observaron sangre saliendo por debajo de la puerta.
Alertados y llenos de inquietud, los vecinos decidieron unir fuerzas para entrar y averiguar lo que ocurría, sin imaginar la escalofriante escena que encontrarían.
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Al ingresar, se toparon con los cuerpos sin vida de Carlos Yesid Carrillo y Diego Andrés Bayona Vergel, tendidos en el suelo con múltiples heridas de bala.
La comunidad avisó de inmediato a la Policía de Norte de Santander, quienes llegaron al lugar minutos después para iniciar las investigaciones.
Los uniformados procedieron a acordonar la vivienda y, tras una inspección técnica, se realizaron los procedimientos urgentes para el levantamiento de los cadáveres, en medio de la consternación generalizada.
Lo extraño del hecho es que la comunidad aseguró no haber escuchado el sonido de las balas, por lo que no se levantó sospecha alguna.
El brutal crimen ha dejado dos líneas de investigación abiertas que intentan esclarecer lo sucedido y los posibles móviles.
La primera hipótesis apunta a un posible intento de robo. Según informes preliminares, las víctimas eran dueños de un restaurante y habrían retirado una considerable suma de dinero recientemente, lo que podría haber motivado el ataque.
Sin embargo, otra línea sugiere que el crimen pudo haberse tratado de un ajuste de cuentas relacionado con el tráfico de estupefacientes.
Se pudo conocer extraoficialmente que la vivienda donde se encontraron los cuerpos, al parecer, funcionaría como una ‘olla’ de droga.
Durante la inspección, las autoridades hallaron una gramera y varios elementos utilizados para dosificar estupefacientes, lo que refuerza aún más la hipótesis.
Según las autoridades, la puerta de la vivienda no fue forcejeada, lo que indicaría que el asesino podría ser alguien allegado a las víctimas.
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