Una misión altruista adelanta las hermanas de la Fraternidad de la Divina Providencia para sostener el Amparo de niñas Santa María de los pobres en el municipio de Ocaña.
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La directora de origen guatemalteco, Cleotilde Ovalle Chacón, insta a los corazones bondadosos hacer las donaciones de elementos de aseo, productos de la canasta familiar y útiles escolares para la formación integral de las adolescentes que por distintas circunstancias atraviesan por una difícil situación económica.
En la actualidad hay 33 niñas quienes adelantan los estudios de la básica primaria y la secundaria en las distintas instituciones educativas. “Se requieren muchos recursos para el mantenimiento del hogar y adoptamos un plan padrino para solventar los gastos de alimentación, aseo y material didáctico”, indica la monja.
Hace un llamado a la gente para que se vinculen con aportes valiosos encaminados a sacar adelante a las menores en su mayoría víctimas del maltrato y desplazamiento forzado a raíz del conflicto social de la zona del Catatumbo.
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“Aquí encuentran un refugio y una voz de aliento para la formación cristiana-humana enfocada en valores éticos y morales. Con ese esfuerzo, muchas han continuado los estudios superiores y convertido en profesionales quienes prestan el servicio a las comunidades en condiciones de vulnerabilidad”, agrega la religiosa.
La ruta de la caridad
Sagradamente la estudiante de sicología de la Universidad Abierta y a Distancia, UNAD, Camila Cárdenas, quien fue recibida con los brazos abiertos hace muchos años en la institución madruga los fines de semana para recolectar las donaciones en la plaza de mercado de Ocaña.
Es la coordinadora de los programas sociales y en compañía de niñas más grandecitas recogen las frutas y verduras en avanzado estado de maduración para utilizar las partes buenas.
“Es una loable misión, admiro la disciplina, decencia y nobleza de esas niñas. Un día fui hasta la sede ubicada en el barrio San Antonio a llevar una canastilla de frutas y me recibieron con una amabilidad, saludaron y expresaron los agradecimientos”, indica la comerciante Martha Vergel Castro.
Observó, la manera coordinada como las menores tomaron las vasijas, distribuye las donaciones, retiran la parte afectada, echan la pulpa en bolsas especiales y las guardan en los dispositivos de los refrigeradores.
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Ese ejercicio de recorrer los depósitos de la plaza de mercado lo hacen todas las semanas para acopiar alimentos y así garantizar la nutrición de las menores de edad
Dios derrama bendiciones
La hermana Cleo goza de gran admiración en los distintos círculos sociales por el humanismo y la entrega a los desamparados.
Llegó hace 20 años a Ocaña, inicialmente en el hogar de los abuelos Santa Anita, mostró su espíritu altruista y en el 2005 pasó al Amparo de niñas, ante la recomendación del obispo de la diócesis de Ocaña, monseñor Jorge Enrique Lozano Zafra.
Nacida en una humilde y numerosa familia de 12 hijos en zona rural de Guatemala y muy joven sintió el llamado de la divina providencia a través del grupo juvenil parroquial dando rienda suelta a la vocación de servicio a la gente más necesitada.
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“Dios derrama bendiciones sobre las personas bondadosas y con donaciones hemos sacado adelante esta obra social de caridad. Quiero que nos visiten, conozcan el proceso de formación de las niñas desde los 3 hasta los 18 años y se requiere el aporte de los benefactores”, agrega.
Un padrino para cada niña
De manera silenciosa las hermanas tocan las puertas de las distintas entidades para acceder a recursos y materializar los sueños de las menores en condiciones de vulnerabilidad.
“Lo ideal es que cada una cuente con un padrino que esté pendiente de la formación académica, hasta entregar una profesional a la sociedad. Aquí se ofrece la colegiatura, guías, transporte escolar, material didáctico, asesoría de tareas, alimentación balanceada para el crecimiento y desarrollo intelectual”, reitera la hermana Cleotilde.
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