El antiguo templo de San Diego de Boquiní, ubicado en el corregimiento de Pueblo Nuevo, comprensión rural de Ocaña, presenta serias afectaciones por la ola invernal.
Ante el deterioro de los techos, el obispo de la diócesis, monseñor Luis Gabriel Ramírez Díaz, suspendió los actos litúrgicos a la espera que los gobernantes de turno procedan a gestionar los recursos encaminados a la oportuna intervención.
El prelado envió una carta a los fieles católicos donde expresó la solidaridad y preocupación por el deterioro que en el transcurso de los años ha sufrido el lugar sagrado.
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Recuerda que mediante decreto 1144 de 2003, expedido por la gobernación de Norte de Santander se declaró como Bien de Interés Cultural de carácter departamental.
“Los fallos presentados en la estructura de la cubierta del edificio se ha convertido en potencial riesgo para la seguridad de las personas de fe que allí se reúnen en oración, la celebración de los sacramentos, especialmente de la eucaristía, asimismo para los foráneos. Todo esto me obliga a tomar la difícil situación de suspender las celebraciones hasta que no tengamos una pronta solución; exhortó, además de manera respetuosa a mantener el templo cerrado para evitar cualquier situación de riesgo”, agrega.
Instó al párroco para que en común acuerdo con la feligresía, se busque temporalmente, un lugar adecuado donde se pueda oficiar la misa dominical, mientras las autoridades competentes gestionan los recursos para remediar la problemática.
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El pasado fin de semana las celebraciones se efectuaron en el parque principal al aire libre y el sacerdote buscó un sitio seguro para guardar las imágenes, indicó la vocera comunal Claudia Patricia Navarro.
Elevan plegarias
Los moradores del centro poblado esperan la intervención de los techos del templo que data la época colonial utilizado para el adoctrinamiento de los indígenas.
La cubierta presenta problemas y se requiere la intervención inmediata del gobierno seccional por tratarse de un patrimonio de carácter departamental.
Integrantes de un equipo técnico de la Consejería Departamental de Gestión del Riesgo y Atención de Desastres adelantan la inspección ocular del sitio y preparan un informe especial sobre el estado del inmueble.
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El secretario de Vías e Infraestructura, ingeniero Yorby Franco Téllez, luego del análisis determinó que es necesario el concurso del Ministerio de la Cultura para salvar el patrimonio histórico.
La administración municipal únicamente puede efectuar obras de mitigación, mientras se autoriza la intervención y la ejecución de un proyecto que supera los 800 millones de pesos.
Las peticiones
El presidente de la Junta de Acción Comunal de Pueblo Nuevo, Edgar Sanjuán, adelanta la gestión ante el gobernador de Norte de Santander, Silvano Serrano Guerrero, y el secretario de Cultura, Juan Carlos Uribe Sandoval, con el fin de remediar la situación.
Solicita un diagnóstico para dictaminar el estado actual del templo. Igualmente se avance en la gestión de recursos para la restauración, tal como se relaciona en el documento plan integral de reparación colectiva y con trazabilidad directa al Plan de Desarrollo Departamental.
“Se continúe con ese proceso que contribuye a la divulgación de los lugares que tienen potencial turístico en la región de Ocaña, entre los cuales se identifica al centro poblado.
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Finalmente conocer las orientaciones en cuanto a las actuaciones preventivas desde su despacho o elevar esta consulta a un órgano de control con mayor responsabilidad. Es importante que desde la Procuraduría para el proceso de paz y pos conflicto, la Defensoría del Pueblo, la Unidad de Atención y Reparación Integral a las Víctimas y la Unidad de Restitución de Tierras Abandonadas y Despojadas en el marco del Conflicto armado colombiano tengamos un acompañamiento efectivo”, puntualizó.
La historia
La Academia de Historia de Ocaña, ha reseñado sobre Pueblo Nuevo como un corregimiento de tradición.
“Es uno de estos lugares que, históricamente, ha sido escogido para el descanso de nuestras gentes.
Personas amables y laboriosas habitan esta parte de Colombia que antaño fuera epicentro de las artesanías elaboradas con fique que, actualmente, tratan de revivirse por parte de una Asociación de mujeres tesoneras”, agrega el escritor Luis Eduardo Páez García.
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De acuerdo con los datos consignados por monseñor Manuel Benjamín Pacheco, en su Monografía Eclesiástica de la Parroquia de Ocaña, en 1728 la Real Audiencia de Santa Fe adjudicó los terrenos del sitio denominado “Potrero Chico”, a don Jerónimo Romero. El lugar, considerado por los vecinos de Ocaña como saludable, permitió entonces el establecimiento de algunas viviendas de recreo, las cuales comenzaron a construirse con mano de obra indígena. El caserío creció rápidamente, y ya para 1735 existía como uno de los lugares preferidos para vacacionar. Su nombre cambió en este mismo año, por el de Pueblo Nuevo de San Andrés.
Años más tarde, se presentaron algunas disputas entre los moradores del caserío con don José Barbosa Amarís Pedroso, quien impedía la pastura de ganado, corte de leña y el uso de las aguadas comunes. El Alguacil Mayor de Ocaña, don Joaquín José Rizo falló en beneficio de los indígenas, prohibiendo rozar las faldas de la cordillera por el peligro de incendio que pudiera ocurrir a las viviendas.
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