Aunque la violencia en el entorno escolar no es algo nuevo, expertos creen que puede tener características diferentes, dependiendo el lugar donde se presente. Esto es lo que esperan determinar en el Observatorio de Paz Escolar a partir de la implementación de un aplicativo virtual para el monitoreo de este fenómeno en Norte de Santander.
Miriam Támara, directora de la red Norte Santander por una Escuela sin Violencia y coordinadora del mencionado observatorio a nivel regional y nacional, explicó que con esta herramienta tecnológica se podrá medir exactamente todo lo que implica la violencia escolar, para así poder aplicar estrategias efectivas que ayuden a mitigar este flagelo social.
Esta herramienta, concebida por profesionales de las universidades Francisco de Paula Santander, sede Ocaña; Pamplona, Simón Bolívar y Santander, y llevado a la virtualidad por estudiantes del Servicio Nacional de Aprendizaje –SENA- consiste en un cuestionario que el docente deberá responder atendiendo a la situación de violencia que se registró en su institución.
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“En un hipotético caso de agresión entre dos estudiantes, surgen preguntas como por qué lo agredió, con qué; o si vieron otro caso como de un estudiante consumiendo alguna sustancia en un baño, entonces queremos determinar qué sustancia, cuál es la edad del niño, cuál fue la motivación”, explicó Támara.
El uso de esta herramienta tecnológica comenzará con un plan piloto en instituciones educativas de 13 municipios, entre los que están Cúcuta, Los Patios, Villa del Rosario, El Zulia, Sardinata, Pamplona, Bochalema, Ocaña, Durania, entre otros.
La escogencia de las instituciones no atiende a un criterio específico, sino que fue ofrecimiento voluntario por parte de esas instituciones que hacen parte de la red constructora de paz en las escuelas, explicó Miriam Támara, “las instituciones más comprometidas fueron las que acogieron este llamado, buscando estrategias para mejorar la convivencia en sus escuelas”, dijo.
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El objetivo de esta estrategia es tener un alcance nacional, y en función de ello será implementada en municipios de otros seis departamentos: Cundinamarca, Risaralda, Atlántico, La Guajira, Arauca y Santander.
La pandemia como punto de quiebre
Miriam Támara explicó que el período de la pandemia, por cuenta del coronavirus, fue un punto de quiebre para el fenómeno de la violencia escolar.
La experta señala que previo a la emergencia mundial, se registraban unos tipos de violencia asociadas a matoneo o bullying pero en menor medida; lo más predominante entonces era el consumo de sustancias, y los retos que se difundían a través de las redes sociales y que incitaban a autolesionarse.
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Tras la pandemia, según reportes de las Comisarías de Familia, la violencia doméstica aumentó “eso hizo que al regresar a las aulas los muchachos evidenciaran esas violencias físicas, vemos niños iracundos, niñas irritables, no es que no lo hubiéramos visto antes, sí, pero no en la escala que está tomando en las instituciones educativas actualmente”, dijo Támara.
Frente a ese panorama fue necesario el desarrollo de nuevas estrategias, luego de que fracasaran las que se venían implementando, justamente porque se aplicaban con base a diagnósticos hechos desde la percepción, “hoy, con la construcción de esta herramienta de monitoreo, vamos a poder tener una estadística real, hacer un análisis y tomar decisiones responsables”, aseveró Támara.
A finales de mayo se esperan obtener los primeros resultados del plan piloto, con los cuales comenzarían a trazarse las primeras acciones contra la violencia escolar.
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