Solano, señaló que no comprende cómo en medio de la celebración de una cumbre medioambiental como la Cop16, la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, hace un alto para anunciar la instalación de una mesa de diálogo con los mineros de Santurbán y no dice nada sobre los agricultores.
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Y es que el panorama es desalentador para esta región de Norte de Santander. En el caso de Cácota, Yessid Roa, personero del municipio, señaló que 80 por ciento del territorio es páramo de Santurbán y allí, salvo los productores de durazno, que cultivan a orilla de carretera, más de mil campesinos que producen papa, cebolla, entre otros rubros, quedarían excluidos.
En Pamplona estarían comprometidas 16 veredas, mientras que en el caso de Silos, solo el casco urbano quedaría en zona legítima, pues con jurisdicción tanto en Santurbán como Almorzadero, este municipio quedaría excluido por exceder los límites tanto de la línea de páramo como de la frontera agrícola.
En Chitagá la expectativa es similar. Con un mayor porcentaje de jurisdicción sobre el páramo Almorzadero, más de 60 por ciento, contra cerca del 30 en Santurbán, el alcalde Yorman Suárez estima que la Ley 1930 perjudicaría a por lo menos 7.000 productores.
Efecto colateral
Pero el aguante campesino en defensa de sus derechos, se traduce en malas noticias para los ciudadanos de los municipios intermedios entre las zonas de bloqueo, en los que resienten, por ejemplo, la escasez de combustibles.
Sucede ya en Chinácota, donde un habitante contó a La Opinión que desde el mismo lunes cuando comenzó el paro, las tres estaciones de servicio que abastecen al municipio anunciaron cierre por agotamiento del inventario.