La CDA implica utilizar enormes ventiladores para succionar el aire.
Otra variante es la denominada bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS), que combina esas dos técnicas mencionadas, es decir, plantar árboles y enterrar el CO2.
En la BECCS se utiliza la biomasa para generar electricidad. La biomasa se obtiene mediante la plantación masiva de árboles, que durante su crecimiento retienen CO2, o también mediante el reciclaje de residuos agrícolas o urbanos.
Cuando se quema la biomasa para producir electricidad, el CO2 que se emite ya ha sido compensado previamente por esos árboles, o por el reciclaje. Pero las demás, cuando se logra inyectar el dióxido de carbono concentrado en el subsuelo, las emisiones pasan a ser negativas, puesto que el CO2 es retenido bajo tierra.
Lea también: Lluvias en el país seguirán al menos por dos meses más
¿Lo necesitamos realmente?
Incluso si el mundo consigue reducir sus emisiones en un 2%, 3% o 5% cada año (lo que está lejos de ser una realidad por el momento), las emisiones residuales de algunos sectores, como la agricultura, la producción de cemento, de acero o la aviación, seguirán siendo importantes en las próximas tres décadas.
"Tenemos modelos, pero nadie está seguro de lo que necesitaremos en 2050," explicó Oliver Geden, un alto responsable del Instituto Alemán para Asuntos y Seguridad Internacionales, y experto en CDR.
Además, el CO2 permanece en la atmósfera durante siglos.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion.