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Cúcuta
El barrio que es un 'Callejón sin salida' en Cúcuta
El barrio es una de las zonas de tolerancia del área metropolitana.
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Nicolás Mojica
Nicolás Mojica
Sábado, 14 de Septiembre de 2024

El Callejón es uno de los barrios más antiguos de Cúcuta y su historia está estrictamente ligada al ferrocarril, un acontecimiento que marcó un antes y un después en la ciudad.

La creación de este barrio data de 1876, un año después del terremoto de Cúcuta, y surgió de la necesidad de construir un lugar cercano para los primeros operarios del gigante ferroviario, siendo un lugar por el que pasaban cientos de personas diariamente, pues la oficina central del ferrocarril estuvo en la esquina de la avenida 6 con calle octava.

Por la avenida séptima también pasaba el tren para ir a las demás estaciones, además de recibir a los pasajeros extranjeros e inmigrantes que llegaban a la capital nortesantandereana buscando fortuna.

Cuando el proyecto del ferrocarril fue llegando a su fin y los trenes se quedaron sin combustible, El Callejón se convirtió en un barrio netamente residencial, y los restos de lo que alguna vez fue ese sector, perduran en su comunidad.

Por otro lado, durante muchos años funcionó la cárcel Modelo de Cúcuta en ese sector, hasta que fue trasladada al barrio El Salado, a la altura del Anillo Vial Oriental.

La Parroquia San Martín de Porres ha tenido varias intervenciones en su fachada.

Aunque El Callejón no es ni sombra de lo que era antaño, el barrio continúa siendo muy concurrido por los habitantes de la ciudad, en vista de que se encuentra contiguo a la Terminal de Transporte.

Para 1950, Adolfo Vargas López, residente del barrio, fundó la institución educativa San Tarcisio, en aras de incentivar la escolaridad en El Callejón y que a la fecha todavía se mantiene en pie, albergando a niños de ese y otros sectores aledaños como Carora.


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De acuerdo a lo mencionado por uno de los habitantes más longevos de El Callejón, a mediados de 1980, con el apoyo de la Diócesis de Cúcuta, se logró construir la Parroquia San Martín de Porres.

“Fue un esfuerzo de parte y parte que tuvo como principal beneficiado a nuestra comunidad, algo que le agradecemos a la diócesis”, fueron las palabras del habitante, y también se refirió al frecuente uso que le dan los habitantes.

La falta de semaforización influye en los embotellamientos a toda hora.

Lamentablemente, las calles de El Callejón son testigos de la cantidad de negocios dedicados a la explotación sexual que abunda en el sector, convirtiéndolo en una de las ‘zonas de tolerancia’ en el área metropolitana de Cúcuta.

“Para nosotros ver menores de 18 años en esos lugares, nos parte el alma, pero así es la situación por acá”, destacó un habitante del barrio, al ser consultado por la situación.

La presencia de estos establecimientos comerciales hacen que a El Callejón lleguen personas de todo tipo, un factor que aumenta la inseguridad durante las noches, pese al acompañamiento de la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc).

Una consecuencia de esta situación es la presencia de habitantes de la calle y el consumo de drogas en el barrio, motivo que hace que durante las noches, casi ninguno de los residentes pueda salir de sus casas.

Según la opinión de un residente, que prefirió mantener su identidad en el anonimato, otro dinamizador de inseguridad se debe a que allí opera la estructura criminal conocida como Los AK-47. “Nosotros vivimos con miedo y zozobra pero nos toca quedarnos callados”.


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La comunidad ha tomado cartas en el asunto y en conjunto con la Mecuc trabajan para alertar cualquier hecho sospechoso en el barrio, y están a la espera de que instalen un CAI móvil, en aras de mejorar la seguridad.

Caos en la movilidad

Los embotellamientos vehiculares se convirtieron en un problema recurrente en este barrio de la Comuna 1, por su proximidad con la Terminal de Transporte.

Un motivo que agudiza la problemática, es que solo en una esquina hay semáforos para regular el paso vehicular, y no hay unas buenas señalizaciones de tránsito que permitan saber a los conductores quien lleva la vía.

Juan Esteban Valero, comerciante, fue crítico al afirmar que esta situación “perjudica nuestras ganancias, pues a los clientes no les gusta venir por acá, porque hay muchos trancones”.

Un efecto secundario que producen los trancones, es la contaminación auditiva, que sale de las bocinas de los vehículos.

Según lo afirmado en su momento por Edwin Jhovanny Cardona, subsecretario municipal de Medio Ambiente, se ha venido trabajando en una Política Publica de Control de Ruido, la cual dependerá del Concejo de Cúcuta si es aprobada.

En lo que respecta al flujo vehicular, la Secretaría de Tránsito dio a conocer que se están llevando a cabo las gestiones pertinentes para mejorar la movilidad en este barrio.


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