En Cúcuta los problemas están inexorablemente conectados y se requiere enfrentarlos de una forma transversal, como incluso lo han empezado a exponer los habitantes de los barrios y comunas durante los encuentros para la elaboración concertada del Plan de Desarrollo Municipal.
En este ejercicio de contacto del gobierno local con las comunidades, se le ha oído al alcalde Jorge Acevedo ratificar la búsqueda de una meta de cien kilómetros de calles recuperadas en la capital nortesantandereana.
Mediáticamente eso es lo que la gente quiere escuchar, pero en el mundo real este compromiso debe cumplirse puesto que hace parte de los inconvenientes que sufren a diario los conductores de vehículos de transporte de pasajeros, los automovilistas y motociclistas y los habitantes de barrios y comunas.
En Cúcuta, los huecos, los daños del asfalto y muchas calles convertidas en trochas tienen un impacto sobre el deterioro de la seguridad ciudadana, puesto que por ejemplo muchas veces eso ha llevado a que se pierdan rutas de buses.
Y no contar con un servicio de transporte que conecte a los barrios con el área central de la ciudad, por ejemplo, conlleva a que la gente tenga que aventurarse a caminar por lugares que prácticamente quedan abandonados, con mala iluminación y sin vigilancia policial, constituyen un deterioro en la calidad de vida de las personas.
La inversión municipal para este complicado mal que afecta a la movilidad tiene que hacerse de manera urgente y, de paso, aprovecharlo para que sirva temporalmente de generador de empleo.
En sentido no debe descartarse el procedimiento de comunidad-gobierno pero con reglas claras y precisas, para arreglar calles en los barrios. También una probable contratación con las juntas de acción comunal para que se hagan cargo de mantener, por ejemplo, determinadas vías, en las comunas.
Y la contratación que se haga con las firmas especializadas que realmente cumpla las expectativas, evite los sobrecostos, retrasos e incumplimientos, como ha ocurrido muchas veces.
Pero la Alcaldía en el campo del arreglo de la malla vial debería ser más agresiva en sus metas, inversiones y proyectos, buscando multiplicar el kilometraje de vías a intervenir, buscando contrapartidas nacionales o recursos en agencias de fomento internacional, teniendo como argumento que ahí se podría generar un importante número de puestos de trabajo mientras el desarrollo de los proyectos.
Entonces, alcalde, que no sean cien sino doscientos los kilómetros a recuperar. Ahí los congresistas y la clase dirigente local tiene una ardua labor para que ese plan urbano de arreglo, recuperación, pavimentación y mantenimiento y ampliación de calles y avenidas, no sea de cuatro años ni de ocho, sino de varias administraciones municipales seguidas, con el fin de obtener resultados de eficiencia y calidad en la conexión vial urbana.
Indudablemente las obras de infraestructura constituyen también un elemento dinamizador de la economía, de mejoramiento de las condiciones urbanísticas y un puente especial para enfrentar complicaciones estructurales como el desempleo y el subempleo en regiones como la cucuteña.
Desde esta perspectiva, la capital de Norte de Santander espera que en esta oportunidad se logre una milmillonaria inversión en el frente vial para que las condiciones de las calles mejoren sustancialmente, numerosas rutas de buses se reactiven, las condiciones de seguridad ese eleven y ese plan sea una alternativa constante contra los problemas sociales.