Ismael Antonio Orozco Maldonado se graduó con un zig zag de emociones en el Salesiano, en el 2009, porque perdió muchas clases por quedarse tocando el piano en la iglesia.
Sin embargo, un profesor confió en su talento y lo estimuló a continuar tocando piano, pero en horarios programados.
Intentó terminar Licenciatura en Educación Artística en la Universidad de Pamplona, pero al séptimo semestre lo atrapó la música y aún no lo ha soltado.
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“Sentía que debía hacer música antes que todo, era muy joven y no entendía cómo funcionaba la vida”. Luego ingresó al Sena a estudiar una técnica en ejecución de instrumentos musicales y la terminó en el 2020.
El ahora productor asegura que “cada experiencia que he tenido con la música ha formado mi vida y me ha dado muchos aprendizajes, estar en bandas, conocer muchas personas, viajar alrededor del mundo, generar ingresos haciendo algo que te apasiona, descubrir que eres bueno en algo, emprender un negocio en lo que tu amas, sin duda tengo mucho por lo que debo agradecer”.
Confiesa que no canta “al menos de manera profesional”, pero aprendió, además a tocar guitarra, bajo y batería.
En su ‘baúl’ guarda varias composiciones y en futuro no muy lejano piensa materializarlas y darlas a conocer por medio de los artistas que ahora acuden a su experiencia.
Recuerda sus inicios. “Todo comenzó con una interfaz pequeña y un computador portátil de segunda, en la cama de mi habitación. Tenía un sueño, quería producir música y a partir de ahí empecé a trabajar en eso. Tuve la oportunidad de ser pianista de la agrupación vallenata Amín Martínez y Los Chiches Vallenatos, eso me permitió aprender muchísimo más de la música y la responsabilidad que tienen todos los artistas, así como generar ingresos haciendo lo que a uno le gusta. Gracias a ese trabajo, reuní un dinero para hacer mi propio estudio en mi habitación. Me sentí satisfecho en ese momento, pero después me di cuenta que nadie me conocía, es decir, la gente sabía que yo tocaba el piano, pero no sabía que estaba por dedicarme a la producción musical. Permanecí un año completo sentado frente al computador sin recibir un solo peso de la producción musical porque nadie llegaba a mi estudio. Entonces, decidí invitar amigos a que cantaran y grabaran, como estrategia para darme a conocer. Pasó el tiempo y empecé a recibir trabajos. Era un poco incómodo ingresar al estudio porque tenían que atravesar el patio de mi casa con todos los perros que tenían mis papás. Sin embargo, agradezco a cada persona que visitó mi sala de estudio bajo esas condiciones”.
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Tiempo después sus padres decidieron ampliar la casa “y es ahí donde les planteo la oportunidad de construir un estudio más grande y también independizarme. Ahí surgió la sala #1 de mi estudio”.
Llegó la pandemia y se dedicó de lleno a crear música y bautizó la empresa: Musical Shape. Aplicó a una convocatoria del Fondo Emprender del Sena resultando beneficiario “y eso nos permitió acceder a un capital semilla que ha impulsado el crecimiento de la empresa. Contamos ahora con instalaciones más grandes, dos salas de estudio y un espacio cómodo para los artistas y los visitantes”.
Ha trabajado con artistas como: Haiver Olivella, Paul Álvarez, Vendetta, Cami Arias, Valashy, Rowey el lápiz de Cristo y Luigi Fernández. Las bandas como: ‘En tu mano band’ y ‘Luminar band’.
Ismael Orozco asesora también algunos conocidos en el extranjero y dicta clases sobre producir música.
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Su papel fundamental como productor de música, además de dirigir su empresa, y compartir con colaboradores que apoyan todos procesos intrínsecos, “es el de hablar con el cliente, escucharlo, orientarlo y acompañarlo desde el conocimiento, tal cual como el lema de Musical Shape: damos forma a tu música. Entonces cuando un cliente viene buscándome, trato de orientarle, pero también que pueda encontrar el propósito dentro de cada acción o decisión. Hacemos el proceso amable y también damos lo mejor de nosotros en cada actividad. Nos disfrutamos el tiempo en el estudio grabando o creando”.
Gracias a la virtualidad ha logrado asesorar en el extranjero e incluso, trabajar con artistas de Bucaramanga, Valle del Cauca, y Medellín.
Y también toma clases con Guillermo Marín de Secretos de Mezcla, así como clases de Audio y producción con Héctor Jhon.
“Cada vez aprendo más y me preparo porque conozco la importancia de estar actualizado. La idea es poder llevar mi trabajo a cada lugar donde sea posible, que los artistas puedan tener un espacio en donde le den forma a su música y continuar aportando al desarrollo de la cultura en la región”.
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