Las aguas vuelven a su cauce
El campesino, Rodrigo Arias Angarita, de la vereda San Agustín, es otra víctima del desplazamiento forzado. Él ahora trabaja con los proyectos productivos.
A la llegada de los grupos armados bajamos a la ciudad a pagar arriendo y pasando necesidades porque desde niños aprendimos a labrar la tierra. “En Ocaña, pasamos las verdes y las maduras, mientras las entidades hacían las verificaciones de un retorno seguro. A Dios gracias logramos la recuperación de los terrenos y son fértiles para el cultivo del grano”, agregó.
“Eso era muy peligroso, a la señora Yudy le mataron el esposo, no respetaron que estaba embarazada y le tocó dejar todo abandonado”, asegura.
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Indicó que el café es la redención del campo y mantienen un buen precio como motor de la economía rural.