Caminar por la zona céntrica de Cúcuta y encontrarse con habitantes de calle consumiendo bazuco o inyectándose heroína, sin importar la hora ni la gente que se mueven a diario por estas calles, se convirtió en algo muy común.
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Esa realidad no solo evidencia que la capital nortesantandereana es la ciudad de Colombia con más habitantes en condición de calle, como lo reveló un estudio hecho por la Alcaldía y el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) en diciembre del año pasado, sino que esas personas se convirtieron en una ficha clave dentro del negocio del microtráfico, siendo usados como expendedores y también como potenciales compradores, dejándoles ganancias exorbitantes a esas redes del narcomenudeo.
Y es que, según las cifras oficiales, hasta diciembre de 2021, en Cúcuta había 1.211 indigentes que deambulan por las vías, especialmente por la zona céntrica. Las autoridades aseguran que ese aumento de habitantes de calle se debió a la migración venezolana que se desató desde 2015, cuando el presidente Nicolás Maduro cerró la frontera.
Ante esta problemática, un equipo periodístico de La Opinión decidió adelantar una investigación durante más de un mes, adentrándose en este mundo del microtráfico y recorriendo los sitios donde más se reúnen las personas en condición de calle a vender y consumir drogas. Además, en el proceso de investigación, este diario logró identificar los líderes de las estructuras criminales que hoy libran una guerra a sangre y fuego por el control del centro de la ciudad, dejando un gran número de asesinatos.
La historia de un gran negocio
Gerson lleva más de un año viviendo en la calle. Su familia está en Venezuela y él se vino para Cúcuta a buscar una oportunidad de trabajo para ayudar a sus seres queridos con algo de dinero, pero tras varias semanas de rebuscarse vendiendo dulces, cigarrillos, agua o lo que consiguiera, cayó en el mundo de las drogas y no ha podido salir de él.
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A medida que los días pasan, él va aumentando el consumo. Empezó con la marihuana, que unos amigos le dieron a probar, luego lo llevaron al bazuco y hoy se inyecta heroína. Su estado de salud es deplorable, pues casi no come y prefiere permanecer drogado.
“Mire pana, la calle no es como muchos se la imaginan, acá sobrevive el más fuerte o el que anda con los panas que mandan. Para tener con que meter (consumir) me toca pedir o robar y no soy el único, todos los que estamos en la calle hacemos lo mismo, a algunos les va bien porque se ponen a vender drogas, pero quien no responde por el plante, lo matan”, sostuvo Gerson.
Y es que las redes de microtráfico decidieron aprovecharse de los habitantes de la calle para burlar las acciones de las autoridades y tener más ganancias, pues como saben que ellos una vez que entran en ese mundo de las drogas no salen, los usan para que les ayuden a vender sus dosis y cada vez más los inducen a que consuman más.
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“A cada uno de ellos les dan por lo menos 50 dosis, les dicen que se queden con 10 y que vendan el resto y cada una o dos horas un ‘man’ o una pareja está pasando en moto a recoger el dinero y les vuelve a dejar más drogas, acá el negocio es constante chamo y la Policía lo sabe, pero como ellos comen, no hacen nada”, comentó Gerson.
Los precios de las dosis varían; la marihuana y el bazuco cuesta entre $5.000 y $10.000, mientras que la heroína es un poco más costosa, pues llega a valer $15.000, aunque no es pura porque la ligan con un químico que la hace más fuerte y la dosis que venden no llega ni a pesar un gramo. La base de coca también tiene un costo que oscila entre $10.000 y $15.000.
Según una fuente judicial, el microtráfico estaría dejando ganancias millonarias en la zona céntrica de Cúcuta. “Lo que hemos podido establecer es que estas redes de narcomenudeo estarían recibiendo entre 25 y 30 millones de pesos, diariamente, eso es lo que ha llevado a que se dé la guerra para controlar ese negocio ilícito”.
Los sitios por donde más se comercializan las drogas en la zona céntrica de Cúcuta son: Diagonal Santander de las calles 8 a la 10; Avenida Cero entre calle 8 y 9; calle 9 entre Avenida Cero y Diagonal Santander; y los parques Fundadores, Amelia y de la Fuente Luminosa.
Por los parques 300 Años, Nacional, Lineal, Santander y Antonia Santos; avenidas Quinta entre calles 4 y 5, Sexta entre Diagonal Santander y calle 4, Séptima desde las calles 1 hasta la 10, Octava de las calles 1 a la 5, Novena entre las calles 00 hasta la 3 (barrios El Callejón y Pueblo Nuevo); alrededor de la Terminal de Transporte; zona de los talleres de mecánica de La Merced; alrededores del estadio General Santander y Plaza de Banderas.
Pero los habitantes de calle no son los únicos que hacen parte de esta cadena del microtráfico. También hay varios vendedores ambulantes que expenden tranquila y descaradamente en diferentes puntos de la ciudad.
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A veces esconden las dosis entre la mercancía que ofrecen, pero también tienen algunas caletas cerca de donde están parados, por eso no es raro ver que con frecuencia personas que llegan a comprarles las drogas y los informales corren al punto donde guardan las dosis.
Por ejemplo, en la Avenida Séptima con calle 7 hay dos o tres vendedores ambulantes que se encargan de la comercialización de drogas. A cada uno de ellos llega todo tipo de consumidor a buscar sus dosis, luego de entregarles el dinero, les dan la droga que piden y los ‘clientes’ se marchan como si nada.
Pero el descaro es tan grande, que esto ocurre a plena luz del día, delante de otros vendedores informales, comerciantes y peatones, y nadie puede decir o hacer algo, porque en ese punto hay varias ‘moscas’ (personas) que están pendientes de que no venga ninguna autoridad o que lleguen sus contrincantes a quitarles el mercado de las drogas.
“Acá no se puede hacer nada. Nos toca hacer como si no pasara nada y mirar hacia otro lado. Esa gente es muy peligrosa y nos amenaza a cada rato. Quien se atreva a denunciar o decir algo, lo matan”, sostuvo un comerciante de esa zona.
Y es que esas personas que tienen la misión de cuidar a los expendedores se la pasan armadas, bien sea con pistolas o con unos enormes cuchillos y no les tiembla la mano en el momento de reaccionar, pues ya se han presentado hechos donde han apuñalado o herido a bala a alguna gente.
“Es más, a veces vemos que esas ‘moscas’ llaman a sus compinches para que los apoyen y llegan rápido, también vienen armados hasta con granadas, ellos están dispuestos a lo que sea con tal de defender su negocio”, comentó otro comerciante de la zona céntrica.
Y así quedó demostrado el pasado 17 de agosto, en la Avenida Séptima con calle 7, del centro Cúcuta, cuando se dio una balacera hacia las 1:34 de la tarde, entre dos bandas que se están disputando ese territorio, dejando cinco personas heridas y una muerta.
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Las mujeres que son explotadas sexualmente por la avenida 7 entre las calles 1 y 5, también son víctimas de esas organizaciones criminales que manejan el microtráfico en la zona céntrica.
“En esta zona nos toca pagarles extorsiones a esos delincuentes, además, tenemos que acceder a las pretensiones de ellos. Ninguna de nosotras puede decir algo, pues nos amenazan, golpean y hasta asesinan”, señaló una de las mujeres que ha sido víctima de estos criminales.
¿Quiénes dominan la venta de drogas?
La venta de drogas al menudeo en la zona céntrica de Cúcuta es tan buena, que por eso se van formando bandas que poco a poco se apoderan de los territorios. Hasta hace dos años estaban las estructuras de ‘El Dominicano’, La Negra, ‘Ñuñú’, ‘Porras’ y ‘Cúcuta’, que eran muy fuertes y mantenían una división para evitar confrontaciones.
Pero como los presuntos líderes de estas organizaciones y parte de sus cómplices fueron capturados por las autoridades y enviados a prisión, perdieron el poder total que tenían y fue así como nacieron otras bandas, que hoy manejan ese negocio ilícito.
Por un lado, la banda La Séptima, que a pesar de que su presunto jefe, Yojan Esneider Ramírez, alias ‘Cúcuta’, y varios de sus socios hoy están en prisión, sigue manteniendo parte de su imperio del terror.
Esa organización, según una fuente judicial, lleva alrededor de tres años controlando el microtráfico, especialmente por los alrededores del parque Lineal, de la antigua Cárcel Modelo y El Callejón (sector de los bares y alrededores de la Terminal de Transporte.
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Por otra parte está la red que, según las autoridades, dirigiría Jhoswar Saúl Hernández Sanabria, conocido como ‘S’ o ‘Saúl’, quien tendría 25 personas bajo su mando, que viven en diferentes barrios y en algunos hospedajes de El Callejón, y “buscan quedarse con el control total de la zona céntrica por las enormes ganancias que se tiene por el microtráfico y las extorsiones”, sostuvo la fuente judicial.
Esta banda se hace llamar Los AK-47 y tendría motocicletas y varias armas, así como granadas, para mantener el control de quienes les venden sus drogas.
Pero además de esas organizaciones criminales, hay otras personas que no les estarían ‘copiando’ y han decidido vender drogas por su cuenta, pues saben que así tendrán buenas ganancias para cada uno de ellos.
“Esa zona da para todo el mundo, pues encontrar marihuana, bazuco, base de coca o heroína es muy fácil, porque quienes buscan los expendedores no son solamente los habitantes de calle, usted puede ver que llega gente en carro, moto o a pie, que tienen dinero para adquirir lo que quieran”, manifestó otra fuente extraoficial.
Y precisamente, como el negocio es tan rentable, ‘Saúl’, quien apenas tiene 25 años, se ha dado en la tarea de eliminar a toda su competencia. “Él dice que quien no trabaja con su banda, está en contra y por eso es que armó una guerra y está matando a toda la competencia. Esa pelea es a muerte especialmente contra los que le ‘copian’ a alias ‘Cúcuta’, por eso es que se están dando tantos muertos en la zona centro de la ciudad”, explicó la fuente.
Las autoridades han podido establecer que Hernández Sanabria decidió buscar al Tren de Aragua para que lo apoyara en sus planes de montar su imperio y a cambio les habría ofrecido el 30% de las ganancias del negocio del microtráfico.
“‘Saúl’ sabía que apenas comenzara a matar gente para irse quedando con el territorio, los del otro bando no se dejarían, por eso le hizo esa gran oferta al Tren de Aragua, entonces ellos le dieron algunos hombres, armas, motos y hasta unos carros”, sostuvo otra fuente.
Y es así como poco a poco ha ido arrinconando a los de ‘Cúcuta’, pues ellos no tienen la capacidad para sostener esa guerra, comentó la fuente.
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Los investigadores que le siguen el rastro a ‘Saúl’ han podido recopilar videos en los que se ve cómo cometen los asesinatos. “Cada vez que una ‘mosca’ les avisa que hay un jíbaro vendiendo la mercancía que no es de él o que esta por ahí los expendedores de ‘Cúcuta’, entonces manda a sus hombres, primero pasa un carro y una moto para ver cómo está la zona, al darse cuenta de que no hay autoridades ni nadie del otro bando, se viene el sicario con el chofer de la moto, cometen el crimen y se van”.
Agregó: “a ‘Saúl’ le gusta que lo vean escoltado, porque así les llega a muchos expendedores que no le han querido copiar y les dice ‘mire si usted no trabaja para mí lo mató, si no lo hago yo, lo hace el que está en la esquina’, y en ese momento el otro tipo le saca el arma del bolso y se la muestra y así es como ganó tanto poder”.
Pero esa banda Los AK-47 es tan sanguinaria y peligrosa, que muchos de los homicidios los han cometido con cuchillo o con piedra. “A muchas de las víctimas les han aplastado la cabeza con rocas. De eso hay unos videos que son terribles, también se ve que cuando cometen el asesinado, salen caminando tranquilamente todos ensangrentados, les gusta que la gente los vea para que sepan que ellos son los que mandan”, señaló la fuente.
A la disputa por el control territorial de esta gran ‘olla a cielo abierto’ se le atribuye en buena medida el aumento de las cifras de asesinatos en el centro de la capital nortesantandereana. De 8 homicidios que hubo en 2021, este año han ocurrido 17, de los cuales 11 han sido por ajuste de cuentas de microtráfico, 5 por intolerancia y uno por hurto.
Entre los hechos violentos de 2022 están la masacre de cuatro personas, ocurrida el pasado sábado en el barrio Pueblo Nuevo, donde, según las autoridades, ‘Saúl’ presuntamente mandó a asesinar a Rodrigo Alberto Herrera, porque aparentemente este vendedor ambulante expendía drogas de otra banda, pero lamentablemente, en el hecho cayeron tres víctimas inocentes: Miguel Sebastián Melano Torres, de oficio zapatero; Óscar Eduardo Sandoval Higuera, docente, y Gino Álvarez Vergel, ornamentador. Los tres se dedicaban también a la música, y tocaban en distintas bandas conocidas en la ciudad.
El 12 de agosto también se presentó el homicidio de un hombre, entre los 60 y 70 años, quien sería un habitante de calle. La hipótesis les indica a las autoridades que esta persona fue apuñalada por integrantes de la banda de Jhoswar Saúl Hernández, porque lo pillaron vendiendo drogas sin autorización, en la calle 5 con avenida 3, del barrio Latino.
El 27 de julio, en la avenida 5 con calle 4, del barrio Latino, más exactamente en el ‘triángulo’ del parque Lineal, fue asesinado Eivict Ramón Martínez Maizo, más conocido como ‘Tarzán’, quien, según las autoridades, también decidió vender drogas por su cuenta, sin rendirle cuentas a ‘Saúl’ y este lo habría mandado a matar.
Precisamente, a raíz de los crímenes, la Fiscalía logró que hace menos de dos semanas un juez avalara la orden de captura en su contra por tráfico, fabricación y/o porte de armas de fuego y homicidio agravado.
Las autoridades también han podido establecer que en medio de esa guerra que se está dando por la zona céntrica desde hace un año, varios sicarios llegaron a una casa en el barrio La Libertad para matar a ‘Saúl’, pero sus escoltas no lo habrían permitido y uno de ellos habría fallecido luego de recibir varios disparos.
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“Al parecer, él fue a La Parada (Villa del Rosario) y le puso la queja a los del Tren de Aragua y le reforzaron la seguridad. En represalia a ese atentado, ‘Saúl’ se fue hasta Carora y mató a uno de los que participó en el atentado en su contra”, sostuvo una fuente.
Y a pesar de que la Fiscalía cuenta con todo ese material probatorio y ya está la orden de captura de Jhoswar Saúl Hernández Sanabria, aún no han podido hacerla efectiva, pues cada vez que tienen una fuente que les dice dónde lo pueden ubicar, se les escapa, como sucedió al otro día de la masacre de Pueblo Nuevo.
Reciente golpe a la estructura de ‘Saúl’
Horas después de haberse cometido la masacre en el barrio Pueblo Nuevo, la Policía y Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) lograron recopilar videos y testimonios que les ayudaron a identificar quienes presuntamente participaron en este hecho.
Con ese material probatorio, la Fiscalía logró que un juez le avalara los allanamientos de siete casas para llegarles a los presuntos asesinos y detenerlos, pues hacía una semana, ellos ya tenían orden de captura por otros hechos que cometieron.
Una vez contaron con el visto bueno del juez, los investigadores salieron en busca de varios integrantes de la banda de ‘Saúl’, pero solo hallaron a cuatro, a quienes les encontraron granadas y drogas. Todos fueron enviados a prisión y se espera que las autoridades entreguen detalles de quiénes son.
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