Los residentes de Tucunaré, uno de los barrios que hace parte de la Comuna 8 de Cúcuta, han tenido que vivir con el miedo de ser ‘zona de alto riesgo’ desde aquella fatídica noche del 1 de abril de 2009, cuando una tubería madre de acueducto colapsó y ocasionó el derrumbe de 25 casas, en las cuales 100 familias se vieron perjudicadas.
Debido a esto, el primer pensamiento que tienen los ciudadanos de la capital de Norte de Santander al ser consultados por el barrio, es en el riesgo de las casas al borde del precipicio y de las ruinas que dejó aquella noche.
Sin embargo, en un recorrido periodístico de La Opinión, se pudo evidenciar que Tucunaré abarca mucho más que un simple barrio, es el resultado de muchos años de trabajo entre la comunidad, pero también del abandono por parte de las diferentes administraciones municipales.
Un poco de historia
Como todo gran barrio de Cúcuta, Tucunaré empezó siendo una invasión de la ciudadela de Juan Atalaya en 1950, conformada por las personas que huían de la violencia en todo el departamento, y algunos ciudadanos del vecino país.
Al igual que en las demás invasiones, los comienzos de Tucunaré no fueron para nada fáciles, porque el sector carecía de alcantarillado, acueducto, energía eléctrica, vías, y acompañamiento de la Policía.
Con el correr del tiempo, el terreno que rodea a este sector de la ciudadela de Juan Atalaya hizo que el barrio se dividiera en parte baja y parte alta, cuando se pavimentaron las primeras calles, una sectorización que se conserva hasta la fecha, y que abarca aproximadamente 5 mil habitantes por cada lado.
Según los habitantes de Tucunaré, el barrio se ha caracterizado por ser tranquilo, “por aquí casi no se ven situaciones de inseguridad en el sector, por lo que todo el mundo vive en armonía”, señaló Surek Ibarra, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC).