Una denuncia puesta a la Comisaría de Familia de Labateca, en mayo pasado, por acto sexual abusivo contra dos menores de edad, fue la pieza clave para que un grupo de la Policía de Infancia y Adolescencia capturara a Ramiro Romero.
El hombre, de 64 años, quien residía en la vereda Chona, ubicada a 15 minutos del casco urbano de este municipio, creyó que podría seguir haciendo de las suyas sin que nadie se enterara, pero estaba muy equivocado, porque el pasado 23 de julio, la ‘tranquilidad’ que lo rodeaba llegó a su fin.
La información suministrada por la madre de dos menores fue crucial para que las autoridades iniciarán una ardua investigación, que dejaría en evidencia al presunto agresor sexual.
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Durante casi tres meses, los investigadores se dedicaron a recopilar material probatorio que permitiera identificar a Romero. Las entrevistas realizadas a las víctimas ayudaron a las autoridades a conocer a profundidad la oscura verdad que había tras este hombre.
Una oveja disfrazada de lobo
Según las autoridades, Ramiro Romero vivía cerca de las menores y durante el día, cuando las niñas quedaban completamente solas, cruzaba los linderos de unas fincas y comenzaba a ofrecerles dinero o dulces a cambio de que se dejaran tocar.
Ante la situación, las niñas le informaron a su mamá lo que estaba sucediendo, la indignación llevó a que la mujer le reclamara, pero según el reporte judicial, el hombre seguía aprovechándose de que estaba solo para seguir insinuándoles que sostuvieran relaciones sexuales, esto fue motivo suficiente para que la mujer pusiera una denuncia en contra del hombre.
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Desde entonces, iniciaron las investigaciones, pues el hombre tenía una medida de detención domiciliaria por los presuntos delitos de inasistencia alimentaria y actos sexuales con menor de 14 años.
Con estos antecedentes, las investigaciones sacaron a la luz una cruda realidad, las dos pequeñas no eran las únicas que estaban siendo acosadas sexualmente.
Lo peor de todo es que la finca donde vivía Romero, está frente a una institución educativa rural, este detalle alarmó a los investigadores, pues teniendo en cuenta sus antecedentes y las declaraciones de las víctimas, era posible que más menores fueran agredidas sexualmente.
Y es que, según se conoció, el hombre se mantenía ofreciéndoles dulces y dinero a las niñas para que se dejarán tocar y cuando esto no resultaba como él quería, les mostraba sus partes genitales.
Lo anterior fueron pruebas suficientes para que unidades de la Policía y el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de Pamplona materializaran la orden de captura y el allanamiento.
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