El pasado viernes, la Organización Mundial de la Salud informó que la emergencia sanitaria ocasionada por la COVID-19 había llegado a su fin.
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El anuncio fue hecho por el doctor Tedros Adhanom Gebreyesus, director general de la OMS, quien aclaró que esto no significa que la COVID-19 ha acabado, pues se trata de un virus que llegó para quedarse y ahora será responsabilidad de cada territorio integrar las actividades de vigilancia y respuesta para controlar el brote de la enfermedad.
En Norte de Santander nadie olvidará aquel 15 de marzo de 2020 cuando el Instituto Departamental de Salud reveló que el coronavirus oficializaba su presencia en el departamento con un caso en la ciudad de Cúcuta.
A partir de entonces, todo cambió. Los ciudadanos tuvieron que confinarse en sus viviendas, lejos de las oficinas, escuelas, colegios, universidades, discotecas, gimnasios, parques, escenarios deportivos, conciertos, bares, restaurantes, y hasta de sus propias familias.
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Nada volvió a ser igual. El lavado de manos, el gel desinfectante, el alcohol y los tapabocas se convirtieron en los protagonistas de una pandemia que el mundo tuvo que enfrentar en medio del miedo y la incertidumbre.
Hoy, 3 años después, el panorama en Norte de Santander causa tristeza: la COVID cobró la vida de 5.201 personas y contagió a 125.423 personas, según el último reporte emitido por el IDS a corte del 29 de abril de 2023.