Si me preguntan qué espero que suceda en cinco años con el sector arcillero, y con los demás renglones que conforman el tejido empresarial de nuestra región, responderé: espero que nunca dejen de poner a prueba su capacidad de pensar de manera biológica.
Hace dos años mientras iniciaba la investigación sobre técnicas de pensamiento humano en “Human Creative Lab”, que luego se convertiría en el laboratorio de innovación que dirijo para facilitar emprendedores e intraemprendedores, me irrumpió esta pregunta: ¿qué tenemos que hacer para garantizar que las empresas duren cien años? Y quiero partir con este interrogante para fundamentar seis principios que son los pilares de las metodologías ágiles que diseño, y que además he podido observar en la industria arcillera que hoy represento, y de cómo sus directivos activaron su sistema inmune corporativo de manera instintiva para sobrevivir pese a las adversidades de nuestra ciudad frontera.
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En la última década el sector industrial de Norte de Santander se vio afectado por distintas dinámicas socioeconómicas y políticas. En 2010 la ruptura de las relaciones bilaterales entre Colombia y Venezuela, y la posterior afectación del intercambio comercial entre ambos países, fue el punto de partida del despertar de una industria que luchaba por no extinguirse.
Los empresarios, que eran líderes en exportación de materiales de gres al vecino país, tuvieron que volcar su mirada nuevamente hacia Colombia, un hecho significativo que transformó de manera positiva la industria, aunque en ese momento no se viera de esta manera. Pero más que remembrar estos sucesos es necesario reseñar cómo la industria arcillera puso a prueba seis principios de longevidad y resistencia.
Estos fundamentos que voy a nombrar fueron estudiados por el biólogo y matemático Simon Levin, quien analizó varios sistemas biológicos, entre bosques naturales hasta bosques gestionados por el hombre, para entender una de las “empresas” que más ha estado entre la vida y la muerte: la naturaleza.
¿Existe realmente relación entre la naturaleza y el sistema humano con las compañías? Les diré firmemente que la hay. Principios como redundancia, diversidad, modularidad, adaptabilidad y prudencia forman parte del conjunto de sistemas que opera la naturaleza, y que nos revela que es la tecnología mejor planeada y testeada durante millones de años. Entonces, si colocáramos estos pilares en función de las empresas seguramente podríamos reducir ese porcentaje desalentador por el cual solo dos de cada diez empresas superarán los cinco años de vida.
En el famoso valle de la muerte las empresas sucumben además a la disrupción tecnológica, y es aquí donde quiero explicar el caso Cerámica Italia, compañía líder en el sector cerámico. En 2013 sus altos directivos junto con su equipo de desarrollo decidieron analizar minuciosamente el entorno competitivo con métodos potencialmente disruptivos, e implementaron una cultura de innovación en todos sus equipos de trabajo. Adquirieron nuevas tecnologías de manera temprana, aún a riesgo, y empezaron a desarrollar líneas de productos con alto valor diferencial.
Además, se interesaron en investigar, junto a la academia, y hoy son modelo por sus procesos en producción limpia. Esta necesidad de permanecer en constante evolución activó principios como: diversidad, a través de su departamento de nuevos productos y personas capacitadas en creación; adaptación y prudencia, al implementar nuevos conocimientos para pensar de forma diferente, alejándose totalmente del pensamiento mecánico en el que caen las grandes compañías para poner a prueba su pensamiento biológico.
Actividades como inmersión y exploración nacional e internacional, estuvieron en la agenda de los departamentos de venta y mercadeo de varias empresas de este sector. La retroalimentación de clientes y proveedores transfiere el ágil desarrollo de nuevos y mejorados productos, y da apertura a mercados nacientes. Este es el caso de Ladrillera Casa Blanca, que entendió que su verdadero valor estaba en escuchar a clientes, proveedores, empleados y accionistas. Estos son importantes para la compañía, cada parte es fundamental para crear ambientes, como su lema lo dice.
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Crear un ambiente corporativo les ha permitido crecer gracias a la permanente comunicación de cada parte involucrada. Aplicando esta simple acción de escuchar y estar atento, la compañía activó tres principios: prudencia, redundancia y modularidad, inmersos en la gran apuesta de hacer cambios significativos pero sensatos, dominar lo que ya conocían y generar productos de alto impacto, cambiar el concepto de baldosa tradicional para crear ambientes que transforman espacios y, por último, aprovechar la diversidad de acabados en gres y extender su red de distribución en toda Colombia.
(Johanna Navarro Arquitecta, presidenta de Induarcilla y facilitadora de Emprendimiento e Innovación de Human Creative Lab.)
Existe una gran similitud en las industrias anteriores y que son atributos destacables en las empresas que perduran: inician por una capacidad de renovación constante que les genera valor, luego gestionan el conocimiento y lo convierten en un aprendizaje perpetuo, y finalmente transforman desaciertos y los convierten en experiencias valiosas.
Asimismo, los directivos que se interesan por construir confianza entienden que el capital más valioso que pueden tener sus empresas es su gente, las personas. Al centrarse en el individuo mantiene vínculos que llevan al triunfo y facilitan una posibilidad de vida a largo plazo.
Son 26 empresas vinculadas a la Asociación de Industriales de Arcilla de Norte de Santander Induarcilla , que mantuvieron su espíritu emprendedor para pensar y actuar de forma biológica, e iniciaron modelos de innovación en el desarrollo de nuevos productos, procesos de producción e internacionalización a través de programas con el apoyo de las instituciones.
Esta es una breve reseña que sintetiza el final de una década que parecía tener obstáculos conocidos. El 2020 visionó el comienzo de un período que invade con situaciones impredecibles y que cambiarán totalmente el modo familiarizado de ver, palpar y vivir el mundo que nos rodea.
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Este hecho pandémico trae un nuevo reto en la elaboración de materiales y nos obliga a impactar lo menos posible el planeta, es este el desafío de las grandes y nacientes fábricas del futuro. Es deber como habitantes de este planeta centrar los recursos y conocimientos de las fábricas en una producción limpia, usar la energía a través de fuentes renovables, aprovechar los residuos en base a una economía circular y desarrollar productos que puedan ser más que funcionales, estéticamente humanos.
El futuro de los productos en la arquitectura se acerca cada vez más a la priorización del ahorro energético, la reducción del consumo de agua, los materiales autorreparables que absorban el CO2 y limpien el aire. En conclusión, lo que se planea supone un futuro más consciente, más humano.
Alejarnos de un pensamiento mecánico y fijarnos en ser supervivientes a través del tiempo, es lo que ha permitido el avance en todas las escalas, no importa realmente qué tan bueno es nuestro juego competitivo, sino cuánto tiempo la naturaleza nos dejará ser parte de este juego.
Por Johanna Navarro Arquitecta, presidenta de Induarcilla y facilitadora de Emprendimiento e Innovación de Human Creative Lab
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