El parque cementerio de Organización La Esperanza, en Los Patios, se convirtió en un escenario para disertar sobre la sostenibilidad y cómo inspirar y movilizar a la comunidad y al sector empresarial hacia un futuro más verde, a través del programa Árbol de La Esperanza de esa empresa de servicios exequiales.
En el marco del primer foro HOPE (Hábitos Orientados a Proteger Ecosistemas), el gerente de Organización La Esperanza, Diego Montes, expresó que es fundamental empezar a generar acciones a nivel individual y colectivo por el medio ambiente.
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Explicó que, por ello, transformaron el servicio de ofrenda floral que adquieren los usuarios, al ver que a los dos o tres días se vuelve basura, por una contribución de 20 metros cuadrados para la conservación de los bosques altoandinos.
“Dijimos: creemos un bono memorial que invite a sustituir esas ofrendas por árboles sembrados en estas zonas de protección, en bosques estratégicos y así nació Árbol de La Esperanza. Luego pensamos que esas no son las únicas ofrendas florales. Entonces, ampliamos el programa a la posibilidad de que la gente lo compre para otras ocasiones, como cumpleaños, aniversarios y grados”, indicó Montes.
El líder corporativo recordó que, a finales del 2020, fueron invitados a ser parte de Agua Somos, el fondo de agua de Bogotá Región, y, gracias a esto, el plan ambiental se proyectó a nivel nacional.
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Desde 2018, Árbol de la Esperanza lleva más de 8.000 contribuciones, que han ayudado a proteger 44.5 hectáreas de ecosistema de bosque alto andino, principalmente en el páramo Santurbán, que coadyuvan con la regulación hídrica de 33.3 millones de litros de agua por año, que representan el contenido de 14 piscinas olímpicas, y a la captura de 4.443 toneladas de gases de efecto invernadero.
El evento fue moderado por la directora ejecutiva de Agua Somos, Andrea Yáñez, quien recordó que lleva 10 años dedicada a laborar por la conservación del recurso hídrico y de cómo los ciudadanos toman decisiones para su protección, 8 años de ellos con el sector empresarial de Norte de Santander a través del fondo Alianza Biocuenca.
“Todas las empresas grandes tienen una huella en términos ecológicos y conocen su impacto. Creo que ellas están evolucionado en información técnica, pero hay un gran reto, al tener mucha información se demoran en tomar la acción. Por eso, Árbol de la Esperanza es importante, porque invita a la acción: no sigan trabajando en temas de meteorología, no sigan haciendo diagnósticos”.
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Yáñez recalcó que en la región “hay mucha voluntad”. Sin embargo, a los empresarios les cuesta entender cuánto les costaría no invertir en agua, en un sistema de alta montaña, en 10 años, cuando no tengan el recurso hídrico. Dijo que la respuesta es que su negocio se acaba.
El gerente de Centrales Eléctricas de Norte de Santander (CENS), filial del Grupo EPM, José Miguel González, fue uno de los panelistas, quien habló de los planes BanCo2 en el Catatumbo, la protección de cuencas en el páramo de Santurbán y la siembra de árboles, que ha impulsado la compañía como sus prácticas en pro de los bosques.
Al evento también se sumó el gerente de la empresa de aseo Veolia, Humberto Posada, como otro de los foristas, y participaron los directores de los fondos de agua de Popayán, Valle del Cauca, Antioquia, Bogotá y Norte de Santander y Santander.
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